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Bigas Luna: "Sólo el adolescente es capaz de matarse por amor"

El director rueda 'La teta y la Luna' con Miguel Poveda y Mathilda May

Bigas Luna está rodando una historia de amor. Cualquiera lo diría viéndole trabajar en el barrio barcelonés de la Barceloneta, cuando, bajo ropas tendidas a la sombra, Miguel Poveda le cantaba a Mathilda May cómo cada mañana se despierta con el corazón roto por ella. El joven cantante de Badalona, el nuevo Camarón según algunos, es un adolescente enamorado en La teta y la luna. Un tipo de personaje que le va a Bigas Luna, tan amante de pasiones y de momentos límites en sus películas. El director está de acuerdo: "El adolescente es el único hombre capaz de matarse por amor".

Bigas Luna coge un bolígrafo y un papel, dibuja un triángulo, y explica: "En todas mis películas siempre hay una figura que la representa, un símbolo, y el de ésta sería un triángulo con el signo femenino en el centro, y tres vértices; uno representa a un niño, que identifico con el año 2000, otro a un adolescente, que son los 90, y el último a un adulto, que representa a los 70". De ello va La teta y la luna. A Barcelona llega Estrellita (Mathilda May), que actúa con su marido (Maurice), enamorado de ella, y de su pecho se queda prendado un niño, Biel Duran, de nueve años, y por el amor de la mujer sufre un mecánico que canta, Miguel Poveda. "Los tres hombres podrían ser realmente uno", dice Bigas Luna.Pero, claro, sus formas de amar son muy distintas. "El amor más bestia es el amor del adolescente. Las pasiones puede que no, pero el amor es de ellos. Recuerdo que una vez Mercé Rodoreda me dijo que los únicos capaces de matarse por amor eran los adolescentes, y me pareció una visión muy inteligente". El niño ama de otra forma: "Su amor es más surrealista. Cuando yo era un niño me imaginaba que las mujeres tenían los pechos llenos de leche, y cuando mi madre me abrazaba temía que me salpicase. Por eso el niño -que envidia que su madre dé de mamar a su hermano pequeño- cuando ve el pecho de Mathilda se enamora de él". ¿Y el del adulto? "Es un amor de espíritu, de alma, el amor de te amo para siempre. Él está loco por ella en el sentido más espiritual".

La teta y la luna cierra una trilogía de Retratos Ibéricos. Primero fue el erotismo de Jamón Jamón. Después fue el sexo una sexualidad pura, animal, el macho ibérico, el sexo sexualizado, casi sin intelecto", explica rotundo- de Huevos de oro. Y ahora viene este filme, "muy romántico, mucho más dulce". Bigas Luna piensa que su trilogía debería verse en otro orden: Primero La teta y la luna, luego Jamón Jamón y finalmente Huevos de oro. La primera y la última no sólo contrastan por la utilización del sexo o el amor. En Huevos, un hombre, Javier Bardem, es el centro de la obra. En ésta, Mathilda May es quien despierta las pasiones.

También hombre y mujer, piensa el director, aman de forma diferente: "La gran diferencia entre el hombre y la mujer es que la mujer es feliz cuando sabe que tiene un hombre dentro, es la caja; en cambio, un hombre es feliz cuando se siente dentro".

Los retratos ibéricos del autor de Angustia y Lola han dibujado al macho, ibérico en los Monegros. Ahora se centran en Cataluña. "Es una película de fin de siglo, de mezclas como las que hay en Cataluña", dice. Por ello el matrimonio protagonista es francés, Poveda es un inmigrante integrado en Cataluña y fiel a sus raíces, y el pequeño Biel -serio ante las cámaras y lenguaraz y mimado por el equipo- es un anxeneta auténtico, uno de los niños que suben a lo más alto de los torres humanas. Nada más catalán. El mestizaje incluye también la música, el flamenco y Edith Piaf, por ejemplo, y, por lo que dice el propio Bigas Luna su propia mirada: "Como catalán, como mediterráneo, estoy haciendo un retrato del lugar donde he nacido, del paisaje que he conocido, y a pesar de que soy muy crítico, muy irónico con muchas cosas de Cataluña, también la quiero mucho".

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