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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La lírica pesimista de Schnittke

El estreno en Madrid del Concierto para violonchelo, de Alfred Schnittke, protagonizado por Natalia Gutman, constituía el centro de interés en el último concierto de la OCNE, confiado al suizo Matthias Bamert. La obra fue estrenada en 1986 en Múnich por Gutman, quien en 1982, había presentado, en unión de Oleg Kagan, el Doble concierto para violín y violonchelo, del mismo compositor. Schnittke (Ingels, Saratov, 1934), ascendido en los últimos años a los primeros niveles de actualidad, no es una recuperación "venida del hielo", pues ya en 1964 editaba en la Universal de Viena.Su estetica y sus procedimientos han sufrido, como es natural, una evolución que desde sus primeras inclinaciones hacia Prokófiev le trajeron al mundo resultante del expresionismo schönbergiano. Sin embargo, posee una personalidad muy específica, que contacta con la herencia de Scriabin a través de cierta mística sonora y con la de Shostakóvich por el costado de una lírica pesimista sin aire y sin sol. Buen ejemplo el concierto escuchado ahora y estructurado en cinco partes: dos más vivas entre tres no sólo lentas, ni pesantes -como se indica para el comienzo de la obra-, sino verdaderamente apesadumbradas.

Orquesta y Coro Nacional de España (OCNE)

Director: M. Bamert. Solistas: N. Gutman, chelo, y L. Finnie, contralto. Obras de Glinka, Schnittke y Prokófiev. Auditorio Nacional. Madrid, 18 de marzo.

Natalia Gutman (Moscú, 1942), medalla de plata en el concurso Chaikovski y gran premio en el de la Radio de Baviera, es una gran violonchelista, más atenta a desentrañar los pentagramas que aborda que a ejercitar un virtuosismo que, desde luego, posee. Nos sirvió ese largo mensaje musical, fuertemente unitario y un tanto enfermizo, que suena cual invitación a lo contemplativo y lo ensimismado.

Así, o nos entregamos totalmente a la propuesta de Schnittke, inmersos en un raro espacio sonoro, o no entendemos nada, ni sabremos descubrir tantos rincones de belleza como nos ofrece en su recónditas galerías esta partitura oscura. El maestro Bamert fue excelente colaborador en el concierto y logró una luminosa versión de la obertura de Russland y Ludmila, de Glinka. Como final, la orquesta y el coro se entregaron al Prokófiev cinematográfico y eisensteiniano de Alexander Nevsky, cuya escena vocal El campo de los muertos asumió la contralto escocesa Linda Finnie.

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