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CAM = I+D = futuro. Una ecuación regional

La investigación siempre ha aparecido ante los ciudadanos como algo lejano, distante: una materia que sólo competía a especialistas, a científicos, escasamente vinculada a la realidad cotidiana salvo en campos como la salud (por el efecto inmediato de sus descubrimientos en la lucha contra la enfermedad). A lo largo del presente siglo esa concepción ha cambiado radicalmente. Tanto es así qué, en las sociedades modernas la investigación se ha convertido en un factor de desarrollo de primer orden.No es casual que los países más avanzados sean los que destinan un mayor porcentaje de su producto interior bruto a I+D (investigación y desarrollo).

Pero la plena eficacia de una política de esas características necesitaba un complemento que, en una sociedad cada vez más compleja como la nuestra, aparece como imprescindible: la dimensión regional. Los descubrimientos son cada vez más universales, pero la virtualidad de sus logros se mide por su capacidad de ajuste a ámbitos perfectamente definidos.

Desde ese nuevo concepto de la investigación la Comunidad de Madrid (CAM) elaboró en su día el I Plan Regional de Investigación. Su andadura de cuatro años nos ha permitido no sólo enriquecer la experiencia investigadora de Madrid, de sus centros de investigación, de sus universidades y empresas, sino establecer un diagnóstico del proceso a través del Libro Blanco.

Madrid es, desde esa perspectiva, una Comunidad de una importancia capital: no sólo por razones objetivas tan rotundas como que el porcentaje del PIB que se dedica a I+D, el 2,15, haya alcanzado niveles europeos (equiparable al de países como Bélgica o Dinamarca, con una larga y consolidada tradición investigadora) o porque en ella se realice el 44,5% del gasto total que en ese ámbito se realiza en el conjunto nacional (a notable distancia de comunidades como Cataluña, con el 16,9%, o el País Vasco, con el 8,5%), sino porque se trata de una región metropolitana singular, con más de cinco millones de habitantes, con un tejido productivo innovador, con cinco universidades públicas y dos privadas, con una red hospitalaria del máximo nivel y con los centros de investigación más avanzados del país. Por ello, sus capacidades en I+D no sólo repercuten en su realidad interior, sino que tienen impacto en el desarrollo nacional y contribuyen al desarrollo de otras regiones.

El II Plan Regional se plantea, además, en un momento de especial importancia para Madrid: nuestra región no ha sido una excepción en la crisis económica que afecta a España y Europa. El Gobierno regional ha firmado con los agentes sociales el Pacto por la Industria y el Empleo. A ese factor no podía ser ajena la política de investigación. De ahí que el Plan recoja, entre sus líneas prioritarias, la atención a la I+D de interés industrial, teniendo en cuenta el hecho de que las empresas localizadas en Madrid son entre un 55% y un 70% más intensivas en I+D que las del resto de España y dándose, además, una muy alta concentración de los sectores industriales de alta tecnología, tal y como se desprende del diagnóstico del Libro Blanco. Si además valoramos que Madrid absorbe el 43% del gasto total -a escala nacional- en I+D empresarial y que concentra el 38% del personal global en ese área (ocupa a más de 325.000 personas), podemos percibir la importancia que la política científica tiene para el empleo y, más allá, para la salud del tejido productivo y de servicios de la región.

Desde esas variables, el II Plan establece objetivos acordes con esa compleja realidad: la creación de empleo, la mejora de la competitividad de las empresas, la sustitución de las importaciones y el desarrollo social y económico.

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De igual modo facilitará el desarrollo de nuevas experiencias investigadoras de carácter multidisciplinar que permitan dar una respuesta rápida a las prioridades en política de I+D. Por ello, en el nuevo Plan se da una importancia especial a lo que en terminología científica se denomina laboratorios sin fronteras, es decir, a la creación de redes en las que se agrupen investigadores de distintas disciplinas y centros para trabajar sobre una misma materia aportando sus infraestructuras, conocimientos y relaciones con la comunidad científica y con las empresas del sector. Ello incorporará mayor racionalidad en los procesos de investigación y permitirá un permanente proceso de intercambio de experiencias.

Otro de los grandes objetivos del Plan es el impulso a las ayudas para Programas Europeos como vía de captación de fondos de la CE en I+D mediante la elaboración de propuestas y la cofinanciación de proyectos de especial interés científico.

Junto a ello, se contempla la mejora de la calidad de vida: el medio ambiente, la agroalimentación, la salud y las humanidades y las ciencias sociales, complementan el abanico de áreas de atención del Plan. Partimos de la rica experiencia que nos ha suministrado la aplicación de una política científica estructurada entre 1990 y 1993. En los próximos cuatro años, el desarrollo de ésta encontrará, junto a esa especial atención a la I+D industrial y a las iniciativas arriba apuntadas, un nuevo acicate: las transferencias a la Comunidad de Madrid de las universidades. Eso acentuará la relación de éstas con la institución autonómica y potenciará la efectividad dé la política de I+D promovida a través del II Plan Regional de Investigación.

El perfil económico y social nos obliga a cumplir con lo que no dudaría en definir como la gran ecuación regional enunciada en el título. Es decir, trabajar por el futuro es trabajar en la potenciación de nuestro sistema de ciencia y tecnología como una de las vías para lograr en este fin de siglo una región con altas cotas de bienestar y desarrollo.

es consejero de Educación y portavoz del Gobierno de la Comunidad de Madrid.

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