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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Memoria íntima de Goya

Se oye constantemente que un museo debe ser algo más que un almacén de cuadros y un lugar para deleite de turistas. El Museo del Prado, como primera pinacoteca nacional, da ejemplo de ello presentando una pequeña exposición en la que, además de mostrar unas obras de Goya, demuestra que es un centro de trabajo e investigación.En la anterior exposición, Goya, el capricho y la invención, se presentó un cuaderno del artista, recientemente adquirido por el museo, que se bautizó con el nombre de Cuaderno italiano, del que se sabía su existencia, pero que se encontraba en paradero desconocido. El feliz hallazgo ha sido inmediatamente objeto de estudio. Esencialmente, no altera nuestro conocimiento sobre Goya, ni provoca la más mínima desviación sobre los datos de su biografía o su obra, aunque sí confirma hipótesis y aclara el primer periodo de su vida creativa, arrojando luz sobre el controvertido estilo de sus primeras obras, pero, sobre todo, incrementa los extensos fondos del museo con la serie de dibujosque contiene, interés añadido, ya que en España, por desapego de los coleccionistas, se conservan escasos dibujos de nuestros artistas.

El cuaderno italiano

Los orígenes del arte de GoyaMuseo del Prado. Paseo del Prado, s/n. Madrid. Hasta el 30 de abril.

Cuaderno de viaje

El cuaderno, posiblemente comprado en Roma en 1770 durante el único viaje que Goya hizo a Italia, era instrumento obligado para todo artista que se desplazara a beber en las fuentes de la prestigiosa pintura italiana o en las ruinas romanas.

Junto al Cuaderno de Goya se exhibe en esta exposición otro taccuino de José del Castillo, pintor contemporáneo suyo becado en Roma, que es un claro ejemplo del uso que se hacía de estos cuadernos de viaje, en los que se tomaban apuntes de los cuadros y esculturas o se dibujaban veduti de las ciudades que se visitaban.

Goya, por el contrario, no va a hacer un uso académico de él, apenas unos breves apuntes del Torso del Belvedere y del Hércules Farnese, sino que lo va a convertir en su diario íntimo.

En él, junto a bocetos de obras suyas y algunos apuntes y dibujos sin identificar, aparecen anotaciones, personales, como las fechas de nacimiento y bautizo de sus hijos, la lista de ciudades visitadas o el borra dor de una carta, posiblemente dirigida a Anton Mengs. Aun que deja noticia escrita de las obras de arte de otros artistas vistas por él, es moroso en di bujos o referencias gráficas de ellas; sin embargo, estas citas dan una idea muy precisa de su estancia en Italia y de la cultura visual que Goya adquirió allí. Entre los 156 dibujos a tinta, sanguina y lápiz negro que se hallan en el cuaderno, la mayoría temas de su inspiración, destacan unos estudios del natural, unos dibujos de cabezas enmascaradas de gran fuerza expresiva, seis composiciones sobre temas bíblicos a la sanguina y cinco apuntes que le sirvieron para componer el cuadro Aníbal vencedor, que por primera vez miró Italia desde los Alpes, lienzo con el que se presentó al concurso de la Academia de Parma en 1771.

Este cuadro, en paradero desconocido desde que fue reexpedido a España tras el concurso, hace más de 200 años, ha sido, como el Cuaderno, descubierto recientemente. Tras ser recuperado y restaurado, se exhibe ahora en esta exposición junto a un gran lienzo de tres metros de altura que pintó Goya, con el tema de La Anunciación, para el duque de Medinaceli en 1785.

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