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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Grietas inquietantes en lo nuclear

ANTE LA magnitud de los defectos encontrados ahora en la tapa de la vasija del reactor de la central nuclear José Cabrera, situada en Almonacid de Zorita (Guadalajara) -171 grietas-, surge una pregunta lógica: ¿Cómo es posible que tal cantidad de fisuras aparezcan de la noche a la mañana sin que antes se hubiera dicho prácticamente nada? Y el interrogante puede muy fácilmente traducirse en inquietud.Además, a partir de la comparecencia del presidente del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), Donato Fuejo, en el Congreso de Diputados el pasado miércoles, salieron a la luz varias supuestas irregularidades en relación con la gestión y control de esta central. Fuejo se refirió a tres: esta central -la más antigua y pequeña de las nueve existentes en España, inaugurada en 1968 y que produce algo menos del 0,8% de la electricidad nacional- funcionó en los primeros años sin control ni garantía; en los años 1980 y 1981 sufrió una serie de irregularidades que afectaron a la pureza del agua del circuito primario, y finalmente, la dirección facilitó al CSN documentación supuestamente incompleta sobre las características de las instalaciones, lo que impidió a este organismo -que rinde cuentas directamente al Parlamento- adoptar un programa adecuado de revisiones en la vasija, como ha hecho en Ascó y Almaraz.

Las imputaciones son muy graves, sobre todo por la sombra de duda que introducen respecto a que el control de las instalaciones atómicas sea todo lo exquisito que debe exigirse. Izquierda Unida y varias organizaciones ecologistas han criticado el hecho de que, como mínimo, el CSN haya pecado de ingenuo en el control de esta central.

El propio Fuejo reconoció que no se había actuado correctamente al no incluir a Zorita entre las centrales a inspeccionar a raíz de los defectos de fabricación hallados a comienzos del pasado año en centrales francesas y suecas. Que el organismo encargado de velar por la seguridad de las instalaciones nucleares en España sea ingenuo, realmente no es una acusación menor.

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Se ha abierto expediente a la dirección de Zorita para aclarar si ha habido falsedad en la documentación facilitada. Si se demuestra que así ha sido, debe actuarse de forma tajante y consecuente. En todo caso, la empresa propietaria de la central rechaza que no haya suministrado puntualmente toda la información disponible, a los organismos competentes.

Si algo ya puede sacarse en conclusión sobre el caso de Zorita -a la espera de que termine la inspección por parte del CSN y se decida o no su reapertura y el Parlamento debata la proposición no de ley de Izquierda Unida solicitando el cierre de las centrales nucleares de primera generación-, es que los primeros pasos no se han dado correctamente, bien por ingenuidad y negligencia de unos, bien por ocultación de datos de otros. El Gobierno autónomo de Castilla-La Mancha ha adoptado, como es su obligación, una actitud vigilante ante el desarrollo de la situación, y el ministro de Industria, por su parte, ha pedido prudencia en las manifestaciones sobre el accidente.

Todo ha sucedido sin peligro de contaminación de radiactividad, según afirma el CSN, por encontrarse la central primero en situación de parada de recambio de combustible y ahora de seguridad; pero cabe preguntarse qué habría pasado si las fisuras se hubieran detectado en otro momento con la posibilidad de un escape radiactivo. Como aviso resulta muy significativo y bastante inquietante.

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