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Renovadores e integradores del PSOE, dispuestos a arrebatar a Guerra el monopolio de la izquierda

A tres semanas del Congreso del PSOE, renovadores, integradores y guerristas afinan sus estrategias. La principal preocupación común de renovadores e integradores es desmontar el intento de Alfonso Guerra de monopolizar la izquierda del partido. Los movimientos entre los secretarios regionales del PSOE, el poder territorial del partido, que jugarán un papel decisivo en el congreso federal, van dirigidos a presentar un debate abierto que impida la polarización que pretende Guerra. Mientras tanto, Felipe González sigue haciendo consultas precongresuales.

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El pasado lunes pasaron por La Moncloa el ministro de Exteriores, Javier Solana, y el ex titular de Interior. José Luis Corcuera. Sólo un par de días antes, el visitante fue el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves. La próxima semana será el secretario general de La Rioja, Ángel Martínez Sanjuán, el que se entreviste con Felipe González.La pretensión de Alfonso Guerra de ocupar el espacio de la izquierda en el PSOE, aireada en sus últimas apariciones públicas, ha aglutinado a renovadores e integradores, que consideran peligrosa la polarización del congreso socialista entre "socialistas" y "social-liberales", tal y como apunta el vicesecretario general socialista, y que, de cuajar, supondría una ventaja política para Guerra.

De hecho, renovadores e integradores asumen que las recientes y polémicas declaraciones del ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, sobre e futuro de las pensiones han favorecido las posiciones de Alfonso Guerra en la medida que, tal y como fueron presentadas, ponían en cuestión el Estado de bienestar, una seña de identidad del socialismo democrático.

Debate abierto

Diversos líderes regionales como el catalán Raimon Obiols, el valenciano Joan Lerma, al andaluz Manuel Chaves, el canario Jerónimo Saavedra y el castellano-leonés Jesús Quijano, que jugarán un peso decisivo en el congreso socialista, coinciden con renovadores más radicales, como el madrileño Joaquín Leguina y el castellano-manchego José Bono, en la necesidad de abrir el debate socialista, más allá del eje izquierda-derecha clásico, con el fin de impedirlo.

En este sentido, son conscientes de que los grandes debates congresuales tratarán sobre los modelos de Estado de bienestar y de partido, donde las posiciones del partido se entrecruzan. Y en ellos tratarán de poner énfasis en nuevos aspectos del debate de la izquierda, como la descentralización del poder en el actual Estado de las autonomías y en la propia vida del partido, en la mayor participación interna, en el papel creciente de la mujer, en la defensa y ampliación de las libertades y en la importancia de la ecología.

Felipe González sabe que cuenta con el apoyo incondicional de los socialistas renovadores y de los líderes territoriales, algunos de ellos integradores, que contemplan como el secretario general sintoniza cada vez más con sus posiciones descentralizadoras de poder.

El secretario general, Felipe González, les echó una mano el jueves al declarar en una entrevista en Tele 5 que no hay diferencias "sustanciales" entre guerristas y renovadores, aunque reconoció que siempre ha sido "más moderado" que Alfonso Guerra.

Los guerristas, por su parte, apuntaban desde hace días que los renovadores más radicales -Joaquín Leguina y José Bono- iban a pasar de rechazar la presencia de Alfonso Guerra en la comisión ejecutiva -por el procedimiento de que Felipe González le pusiera obstáculos inasumibles para integrarse en la dirección-, a quitarle el monopolio de la izquierda. Los guerristas, no obstante, quieren dejar claro al secretario general que pretenden seguir formando parte de la mayoría del partido.

Matizar posiciones

En este momento, que es el adecuado para matizar las posiciones, se da un cierto acercamiento de renovadores radicales a integradores sobre la presencia de Alfonso Guerra en la ejecutiva federal, cuestión que les dividía claramente hace unas semanas. Entre renovadores radicales, como Joaquín Leguina, ya ha cuajado la idea de integradores, como Joan Lerma, de que tener a Guerra fuera de la ejecutiva sería un error porque sería tanto como otorgarle la prima de la oposición.

Cada vez más, líderes renovadores e integradores como Leguina, Joan Lerma o el ministro de Obras Públicas y Transportes, José Borrell, también reivindican la bandera política de la izquierda.

A sólo 20 días del congreso federal, son Alfonso Guerra y Felipe González quienes marcan el paso intercambiándose mensajes a través de los medios de comunicación. Atrás quedaron las afirmaciones de algunos destaca dos renovadores en el sentido de que había diferencias relevantes entre los guerristas y los felipistas. Felipe González ha hecho cambiar el paso y está más interesado en reducir estas diferencias porque su magnificación ofrece ventajas a los guerristas en el congreso.

Después de Felipe, todos iguales

Desaparecido el modelo bicéfalo de poder encarnado por Felipe González y Alfonso Guerra, el objetivo ahora es el de que desaparezca la nomenclatura. Una importante corriente del partido -inspirada, en principio, por los renovadores- quiere difuminar a los números dos y tres. Es decir, después de Felipe González, todos iguales, aunque el respeto y el número jerárquico imaginario que cada uno ocupe vendrá en función de la autoridad de cada cual, según ha expresado con claridad el presidente de la Comunidad Valenciana, Joan Lerma. 'El cargo lo hace la persona", remachó. De esta manera, el próximo secretario de organización no será ya el número tres del partido, como lo ha sido durante años Txiki Benegas, en parte por estar González y Guerra en el Gobierno.Caras nuevas y menores de 40 años es la última característica que se escucha de labios de dirigentes regionales al referirse a los candidatos para la próxima Comisión Ejecutiva Federal. Estos jóvenes vendrán, probablemente, de la mano de secretarios regionales que por distintas razones no quieran estar en la ejecutiva.

Pero nadie se llama a engaño: las presiones fundamentales van a ir en la línea de sentar en las sillas de la dirección a los más clásicos dirigentes del PSOE, que tienen la misma edad o superior a los que ahora van a ser desplazados.

Nadie duda de que el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, va a estar en la próxima ejecutiva, así como el primer secretario de los socialistas catalanes, Raimon Obiols, y el ministro de Exteriores, Javier Solana. Ahora emerge con fuerza el titular de Obras Públicas y Transportes, José Borrell. En la Federación Socialista Madrileña (FSM), el grupo mayoritario apoya con fuerza a su líder, Joaquín Leguina, presidente de la Comunidad de Madrid, y lo mismo hacen los castellano-leoneses con su secretario general, Jesús Quijano.

El temor a los votos de castigo se aprecia en muchas enmiendas a la ponencia de organización. Sólo así se explica que muchos delegados quieran modificar el sistema según el cual, aunque la lista para la ejecutiva es cerrada, los delegados votan uno a uno a sus miembros. Esas enmiendas proponen que la votación sea a la lista global que encabeza González.

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