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Reportaje:EXCURSIONES: SANTORCAZ Y ALEDAÑOS

Crónicas de un pueblo

La hija del alcalde de Puebla-nueva del Rey Sancho era niña de teta cuando los de Televisión Española rodaban Crónicas de un pueblo. Ahora frisa los 23, es una moza más de Santorcaz -que así se llama en realidad el lugar donde discurría la serie- y su padre nada tiene que ver con Fernando Cebrián, el actor-alcalde.Santorcaz es un lugar demasiado pequeño como para ser demasiado famoso, y a pesar de que los cámaras lo fotografiaron desde todos sus ángulos hoy sigue teniendo más de la ciudad carpetana citada por Ptolomeo que de escenario cinematográfico de- fin de milenio. Visto desde estos cerros que se asoman al Henares, el mundo exterior consiste en un autobús que baja a Madrid a las ocho de la mañana, un pescadero que sube - tres veces por semana y una muchedumbre de capitalinos que triplica en verano los 541 habitantes registrados en el censo.

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Fiestas, gachas y 'karts'

No pocos de los veraneantes que se dejan caer por Santorcaz lo hacen a mediados de septiembre, cuando se celebran las fiestas patronales. Por entonces, las paredes del lugar se llenan de carteles que anuncian la lidia de "2 bravos y seleccionados novillos, 2" en otras tantas tardes, así como la suelta, al final de las corridas, de "un tradicional toro y dos vacas para los valientes aficionados".

Lado irracional

Pero como no sólo de toros se nutre el lado irracional del hombre, propios y extraños participan también con fervor en la procesión en honor del Santísimo Cristo de la Fe. El cura de turno luce para la ocasión el terno con el que el pueblo agasajó a Cisneros. Al parecer, hubo en tiempos un sacerdote que trocó los preciados ropajes por un montón de reales, o de francos belgas... El caso es que al final aparecieron en Bruselas, y desde entonces se decidió que los custodiara un particular cada año. No nos pregunte qué turno se sigue, porque es secreto.Precisamente el coso -coquetón y nuevecito, del 93- ocupa una hondonada a los pies de las ruinas del castillo amurallado donde estuvieron presos el cardenal Cisneros, la princesa de Éboli, Francisco I de Francia y otros ilustres reos de la historia. Eso, la iglesia con atrio y cabecera mudéjar, la plaza Mayor soportalada y un hospital del siglo XVII en la calle del Amparo son lo que puede ofrecer Santorcaz al forastero, aparte de romerías y novilladas. Y, por supuesto, una curiosidad digna de una antología del homenaje: una calle dedicada a Televisión Española por motivos obvios.

Menos obvios son los que impulsaron a úrsula Sánchez -natural de Santorcaz y bisabuela del que esto les cuenta- a montarse en un burro y marcharse con su reciente marido a pasar la luna de miel en Anchuelo, allá por 1910. Nada parecería justificar tan extraordinario viaje de novios -cuatro kilómetros escasos-, al menos a primera vista. Perros metomentodo patrullan por las calles, el pescadero irrumpe con su pregón sonoro como una peña ultra en un velorio y los

-cerros del secreto (donde, dice la leyenda, dos pastores trataron una noche de comunicarse una confidencia, mas sus voces se oyeron mejor en el pueblo que en las colinas) se hallan coronados por varias antenas repetidoras. Ya es casualidad...

Pero luego resulta que el sitio atesora una muy hermosa iglesia del siglo XVII. Y que los abuelos, la mar de cordiales, le cuentan al que sabe escuchar la historia del magnate Pero Chico o Pero Chivo- y de la dama ultrajada. Y que las gachas del mesón son igualitas que las que preparaba la abuela Ursula, servidas también en perol comunitario para mojar a discreción con pan candeal.

Y así, con el estómago lleno de recuerdos, nos imponemos un plan tranquilo para la tarde: desandar el camino hasta Los Santos de la Humosa, deambular por sus pinas callejas y desde la iglesia-atalaya de San Pedro contemplar la vega toda del río Henares.

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