"Aceptar la eutanasia es introducir un cartucho de dinamita en un poIvorín"
Margaret Somerville es una australiana afincada en Norteamérica, doctora en Leyes y licenciada en Farmacia, que trabaja sobre las nuevas pautas éticas que se hacen necesarias a causa e los avances de la tecnología médica y del abandono por mucha gente de las creencias religiosas.La introducción de la eutanasia, argumenta, sería especialmente explosiva en un momento, el presente, "en que la población está envejecida, se da un aislamiento social que hace que la gente se sienta cada vez más sola y la comunidad ha perdido su poder aglutinador".
Para Somerville, la eutanasia es hoy el problema ético más importante, tanto porque afecta absolutamente a todos, dado que todo individuo muere, como porque marcará la línea para el enfoque de otras muchas cuestiones.
La doctora, que intervino recientemente en un congreso realizado en Segovia sobre la complejidad de las sociedad actual, precisa con vehemencia que ella no se opone al derecho de toda persona a rechazar un tratamiento médico, aunque ello le cueste la vida, y afirma incluso que la gente debería querellarse contra los médicos que "no facilitan tratamiento contra el dolor escudándose en que podría acortar la vida". Pero se opone al "suicidio asistido por el médico, que consiste habitualmente en una inyección letal, por resultar muy peligroso para la sociedad".
En su opinión, la eutanasia en entendida como suicidio asistido es una expresión de "fuerte individualismo" y, desde una perspectiva meramente individual, "por qué no aceptarla?". Pero agrega: "El problema debe considerarse también desde el punto de vista social". La cuestión se ha planteado ahora con crudeza precisamente en una sociedad "materialista y consumista donde los objetos, cuando envejecen, se quitan de enmedio de la forma más barata y eficaz posible".
Además, subraya Somerville, "ahora tenemos una especial necesidad de control porque para muchos, tras el abandono de la religión, ha quedado vacío lo que denominaría espacio para el espíritu". En las sociedades laicas y pluralistas, agrega, "hemos identificado al hombre con los procesos lógicos, cognitivos, de razonamiento; y eso es necesario,, pero no suficiente". Llenar el hueco de ese "espacio para el espíritu" es en buena medida uno de los motivos de la reunión organizada por la Fundación BBV el pasado mes en Segovia.
La doctora Margeret Somerville apunta que en la sociedad norteamericana, en la que ella se inserta, "ha habido una clara transferencia de la fe en la religión, a la fe en la medicina". Y considera que la medicina moderna proporciona una "inmortalidad relativa", que "podría llegar a la inmortalidad genética" si se desarrollara suficientemente la clonación.
En los últimos años, señala, el notable desarrollo de la genética y de las tecnologías de reproducción ha producido un cambio de gran relevancia: "Poder tener o no hijos, que éstos sean niños o niñas, era hasta hace poco consecuencia de la casualidad, pero ahora puede haber elección. Y esta capacidad de elección nos obliga a ser responsables, cosa que no ocurría cuando eso era fruto del azar".
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