"El somocismo resurge bajo la bandera del liberalismo"
Daniel Ortega, de 49 años, viste de negro riguroso. Sólo una bufanda granate rompe la austeridad de su atuendo. El comandante parece haber jubilado definitivamente aquellas gruesas gafas que cubrían sus ojos achinados. Llegó a España la pasada semana, invitado por la Universidad de Castellón, y ha aprovechado para entrevistarse con el ministro español de Exteriores, Javier Solana, y varios líderes de la oposición.Pregunta. Nicaragua ha sufrido en el último año una escalada de las acciones de los grupos armados y de las tensiones políticas. ¿El. país vuelve a polarizarse?
Respuesta. En lo que se refiere al aspecto político, y a pesar de las confrontaciones, la polarización que provocó la guerra se ha ido suavizando. Hay un mayor acercamiento que hace años. Vivimos, sin embargo, una época de radicalización derivada de la política económica, del desempleo -tenemos un 60% de paro-, la pobreza, la presión sobre los sectores productivos... En estos cuatro años, el neoliberalismo del Gobierno de Violeta Chamorro ha agudizado la recesión.
P. ¿Qué alternativas propone el Frente Sandinista?
R. Habría que empezar por un encuentro nacional con las fuerzas políticas, gremiales y sindicales, donde el Gobierno presente los preacuerdos que ha tomado con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional para que los diferentes sectores opinen. Lo que se negocia con estos organismos son ajustes estructurales que comprometerán al país en los años futuros.
P. La luna de miel entre el Gobierno de Chamorro y el Frente Sandinista se ha eclipsado en los últimos meses. ¿Se ha roto la cohabitación surgida tras las elecciones de 1990?.
R. La realidad no ha sido tan lineal. Ha habido altibajos. El Frente ha tenido una oposición de crítica constructiva, de ir duro contra el Gobierno cuando sale con medidas desestabilizadoras y apoyarlo cuando hace planteamientos que compartimos. Ahora mismo, por ejemplo, coincidimos con él en la necesidad de hacer causa común frente a los organismos internacionales y en promover reformas constitucionales.
P. Sin embargo Violeta Chamorro le ha acusado de desestabilizar al país: ha llegado a decir que usted sufría una "psicosis" por no haber sabido digerir su derrota electoral.
R. (Ortega sonríe) Dijo que estaba loco. Y lo ha dicho varias veces. Hay que entender que la señora Chamorro no está en los asuntos internos del país. Ella es una figura simbólica, la viuda de Pedro Joaquín. Los que dominan la situación son los miembros de su Gabinete y ellos son los que mejor podrían de hecho valorar la actuación del sandinismo. Hemos cooperado cuando nos lo han pedido.
P. El juego de alianzas entre los grupos políticos nicaragüenses ha evolucionado desde 1990: el pacto entre los Gobierno ha dado paso a recientes contactos entre ustedes y la Unión Nacional Opositora (UNO), al margen del Gobierno. Todos hablan de la necesidad de un acuerdo general por el bien del país, pero de hecho parece más un baile por el reparto del poder.
R. Hay que ver los resultados. Nosotros, efectivamente, hemos tenido comunicación con la UNO, no secreta, sino abierta, y en noviembre empezamos a discutir con ellos la reforma de la Constitución. Ese paso creó las condiciones para que luego los diputados de la UNO se reincorporaran a la Asamblea Nacional. Los resultados han sido positivos.
P. Algunos grupos de antiguos combatientes (sandinistas y contras) siguen en activo. ¿Ha fracasado la política de reinserción?
R. Estos brotes están vinculados a la crisis económico-social. Se trata de retirados del Ejército y de campesinos desmoralizados. El Gobierno suscribió con ellos acuerdos sobre cesión de tierras y ayudas, que no ha cumplido. La única manera de solucionar esto es dar respuesta a estos compromisos.
P. Una de las cuestiones que más ha enconado los ánimos en su país es el deseo del Gobierno de sacar al Ejército de la órbita sandinista, lo que conlleva la destitución del ministro de Defensa, el general Humberto Ortega, su hermano.
R. Es un tema que ya ha llegado a su punto de inflexión porque lo estamos canalizando a través de las leyes, para que esto no sea resultado de- presiones externas. Ya hay un anteproyecto de reforma a la ley del Ejército en manos del Ejecutivo, donde se establecerá el plazo de los cambios en las Fuerzas Armadas. Calculo que se aplicará a comienzos del próximo año.
P. ¿Aceptarán esta ley?
R. Sí. Nadie niega que los compañeros que están en el Ejército y en la policía son compañeros sandinistas, revolucionarios, pero subordinan su actuación a la Constitución y al Gobierno.
P. Nicaragua celebrará elecciones en 1996. ¿Podría el somocismo resurgir con la radicalización de las posiciones?
R. El somocismo, efectivamente, ya tiene en marcha un proyecto en el Partido Liberal Constitucionalista, que encabeza Arnaldo Guzmán, y que tiene mucha fuerza. El somocismo estuvo en el poder durante más de 40 años, hizo una base social, se montó sobre un partido histórico, el liberal. Y ahora resurge bajo la bandera del liberalismo. Es el principal adversario que tiene el sandinismo. Por eso pensamos que tenemos que propiciar una política de alianzas muy amplia, un programa de unidad nacional.
P. ¿Esta alianza incluiría á los sectores moderados de la UNO?
R. Sí. Esto incluiría a todo s los sectores que estuvieran dispuestos a fortalecer la continuidad del proyecto revolucionario, con los cambios de ajuste necesarios, pero siempre en la línea de democratizar el país.
P. A la vista de lo sucedido en estos cuatro años ¿Es posible un pacto de esta naturaleza cuando está en juego la presidencia del país?
R. En primer lugar tiene que estar Nicaragua, y en segundo lugar, o en último, cualquier interés personal.
P. ¿Es posible, entonces?
R. Claro que es posible.
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