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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Tratamiento del dolor

Considero desacertado plantear el debate actual sobre la eutanasia en términos de si es digno o no morir con terribles dolores (Gutiérrez Arias; EL PAÍS, viernes 21 de enero de 1994).No existe ningún motivo moral o científico que justifique el sufrimiento que experimentan la práctica totalidad de los pacientes neoplásicos en los últimos meses de su enfermedad, ya que poseemos un medicamento muy efectivo para aliviarlo: la morfina. Administrando este fármaco por vía oral se puede controlar ambulatoriamente el dolor en el 80%-90% de los Cancerosos (Ventafrida, V. Continuing care; a major issue in cancer pain management. Pain 1989; 36: 137143). Sólo un pequeño porcentaje de los enfermos precisa la aplicación de técnicas sofisticadas reservadas al ámbito hospitalario.

Respecto a la temida adicción, no hay pruebas de que la administración adecuada de morfina en el tratamiento del dolor crónico produzca dependencia psicológica. En pacientes con dolor agudo, su incidencia es anecdótica, un 0,04% en una revisión de 12.000 pacientes (Porter, J. & Jick, H. 'Addiction rare in patients treated with narcotics', New England Journal of Medicine, 302, 123, 1980).

Sin embargo, España sigue siendo uno de los países con más bajo consumo de analgésicos opiáceos de Europa. En el quinquenio 1986-1990, el consumo diario promedio de morfina en DDD (unidad de equivalencia intemacional) por millón de habitantes para los países desarrollados ha sido superior a las 1.000 unidades, en comparación con las 168 españolas (Previsiones de las necesidades mundiales para 1992. Estadísticas de 1990. Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes. Viena. United Nations Publications. Nueva York, 199 l). Nuestro vecino Portugal, por poner un ejemplo, consumió en ese mismo periodo el doble que nosotros, 329 DDD.

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Las razones para explicar esta situación tercermundista son de tres tipos: a) barreras sociales profundamente enraizadas en la población que visualizan negativamente el uso en general de estas drogas, b) falta de formación de los profesionales sanitarios y c) una legislación rígida, que obstaculiza irracionalmente la prescripción lícita de opiáceos (Stratton Hill, C. Seminars in Oncology, volumen 20, número 2, suplemento 1 -abril-, 1993, páginas 1-5).

Obtener y usar el recetario de estupefacientes es complejo y desanima al facultativo más voluntarioso. La Administración hace años que promete un cambio en este sentido (talonario de 50 recetas, etcétera), pero la realidad es que nunca llega.

En definitiva, el tratamiento del dolor crónico maligno en España roza lo inmoral y vergonzoso por insuficiente. Nos hemos ganado a pulso aquella famosa frase que apareció en su diario hace ya muchos años: Los españoles somos los europeos que más dolor sufrimos-

Médico especialista en terapéutica del dolor.

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