"Los cambios en mi obra han sido rupturas"
La exposición recoge una etapa de Úrculo marcada por un sombrero que el pintor ha repetido obsesivamente hasta convertirlo en uno de los objetos más identificables de la pintura española contemporánea.Pregunta. ¿Usted cree que ese viajero suyo, que nos da la espalda, puede ser considerado como una metáfora del desconcierto de este fin de siglo?
Respuesta. Eso sería demasiado pedir. No todos se identificarán con la maleta vacía y solitaria en una esquina.
P. ¿Y usted?
R. Yo sí me identifico. Mi pintura es totalmente subjetiva.
P. Por cierto: ¿A qué está dando la espalda?
R. A nada, a nada. Mis personajes no están de espaldas al mundo: están viendo otra cosa. No es indiferencia ni desprecio, de verdad. Por lo menos, conscientemente.
P. Pues si no es consciente será una obsesión. ¿Por qué no hay aquí ni un rostro que nos mire de frente?.
R. Eso es un guiño romántico muy germano. En la pintura de Kaspar David Friedrich, por ejemplo, todas las figuras están de espaldas. Y en el gran desnudo de Dalí, Joven virgen sodomizada por los cuernos de su propia castidad, que es para mí el cuadro más erótico que se ha pintado nunca, pues también la mujer está de espaldas.
P. ¿No le hubiera gustado hacer una antológica?
R. Una antológica me parece algo así como Esta es su vida. Y entonces yo me digo: ¿Pero qué coño de antológica si todavía no me he muerto?
P. Usted ha transitado muchos caminos diferentes. Ha hecho abstracto, pop, realismo socialista... ¿Reniega de alguna de esas etapas?
R. No, todas tienen su razón de ser. Los cambios en mi pintura no han sido cambios, han sido rupturas. Pero las asumo.
P. ¿Por qué empezó a pintar?
R. No lo sé. En mi entorno no había nada que tuviera que ver con el arte.
P. Pero si sabrá para qué pinta. ¿Se planteó cambiar el mundo?
R. Yo no quería cambiar el mundo, quería cambiar mi mundo. Y gracias a la pintura lo cambié.
P. Algo más pretenderá.
R. Pretendo varias cosas. Una: expresarme. Dos: provocar una reacción en el espectador. Tres: vivir de algo que me gusta. Pero de cambiar el mundo nada de nada. Es más: si crees que trabajas para la historia te puedes convertir en un loco peligroso; en un Hitler.
P. Los críticos dicen que en su obra hay sensualidad, pasiones, apetitos desenfrenados, morbideces eróticas... pero en esta exposición no aparece nada de eso.
R. Los críticos tienen razón. No aparece en el argumento,, pero la sensualidad sigue presente en la textura de la pintura y en el color...
P. Mientras usted está frente al lienzo otros artistas hacen instalaciones y montajes y tratan la materia de modos muy distintos. Me parece que para los grandes comisarios de exposiciones, Bonito Oliva, König, Christian Leigh o Dan Cameron, por ejemplo, usted deber resultar un tanto arqueológico.
R. Ése es un tema muy polémico. ¿Qué es la modernidad? Porque a lo largo de este siglo las sucesivas modernidades no han durado más de 10 años cada una...
P. Vamos, que le da lo mismo lo que opinen los comisarios.
R. Lo que pueda opinar Achille Bonito Oliva sobre arte moderno me importa tanto como lo que opine Sarita Montiel. Bonito Oliva es un cómico, un hombre de la farándula que se ha metido a teorizar sobre el arte, un hombre que monta espectáculos, escaparates. Y a mí los escaparatistas no me interesan nada.
P. Pues han conseguido imponer sus criterios.
R. Por supuesto. Por otra parte, reconozco que gracias a todas esas ceremonias y esas liturgias de predicadores americanos el arte está hoy más de moda que nunca. Pero mis intereses no van por ahí.
P. ¿Por dónde van?
R. Yo me considero un pintor de casas particulares.
P. ¿Le gusta imaginar sus cuadros encima del tresillo?
R. ¡Por supuesto que sí! Eso de que me compren cuadros los museos y luego los tengan almacenados no me da ningún placer. Viene bien para el currículo, pero a mí me satisface más la familia Pérez, que ha hecho un esfuerzo para comprar mi cuadro y lo tiene puesto en el mejor lugar de su casa porque disfruta con él. Ese cuadro cumple una función social.
P. ¿Su arte lo entiende todo el mundo?
R. El realismo tiene más aceptación popular que el arte abstracto. Y hablo de un buen realismo, no de un arte pompier. No tienen nada que ver un cuadro realista del maestro Palmero y otro, con el mismo tema, de Antonio López. Porque Antonio López es un pintor realista extraordinario. Aunque no le gusta a Achille Bonito Oliva.
P. ¿Y qué pasa con las vanguardias?
R. Modesto Cuixart dice que hacer hoy arte de vanguardia es reaccionario. Y yo añado que hoy, para ser moderno, hay que seguir el consejo de Goethe. Hay que ser "hijo de la tradición".
Babelia
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