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Entrevista:

"Tengo envidia de Barcelona"

Álex Grijelmo

La entrevista se desarrolla el día 1, martes. Desde el despacho del alcalde se oye a dos centenares de jardineros que han acudido a la plaza de la Villa para reclamar atrasos salariales. Los jardineros entonan una cantinela que hace ya largos años coreaba la gente del Bernabéu cuando jaleaba a los campeones, pero ellos le ponen distinta letra: "Delincuente, delincuente, oé, oé, oé". El alcalde mira por la ventana para saber quiénes son, y no logra averiguarlo. Los trabajadores municipales han amargado algunos días a Álvarez del Manzano, y los sindicatos le han puesto anejo una especie de oso del frac para reclamarle la paga suprimida.Pregunta. Ha salido usted en tantas fotos con el oso que casi extraña no verle aquí sentado junto a usted en el despacho.

Respuesta. [Se ríe sin entusiasmo]. Yo tengo una cierta tolerancia, y en este despacho hay que manejar dos cosas: la defensa institucional, lo que ha de exteriorizarse como alcalde de Madrid, y la vertiente personal. A título personal, a mí me da igual que me pongan un oso o dos osos; a título institucional, yo creo que no tiene sentido plantear esa imagen exterior, porque no hay causa justificada y por que poco pueden imputar quienes tienen algo más que callar. Establecer como medio de presión la figura del oso es no conocerme. Cuando tomo una decisión, la tomo muy meditada. Por eso en ocasiones tardo en adoptar una decisión más de lo que algunos quisieran. Y eso no va a cambiar como consecuencia de unas presiones que incluso rozán el ridículo. Lo del oso me lo tomo con filosofía.

P. El tope fijado por los Presupuestos del Estado para los sueldos de la Administración es del l,8%; pero sin la paga suprimida el aumento para los 20.000 funcionarios municipales llega al 2,3%. Si se trataba de respetar el tope fijado por las Cortes, ¿por qué no se respetó del todo?

R. En el covenio, yo firmo dos cosas, que no son contradictorias: que nos atenemos a lo previsto Ley de Presupuestos del Estado, y que puede darse, a partir del último trimestre, un tercio de paga extraordinaria. Y hay que decir una cosa: que las dos medias pagas extraordinarias que hay en este Ayuntamiento se pagan enteras. Y eso lo hemos hecho ahora, y nadie nos lo agradece. Yo firmo las dos cosas: ¿por qué sólo se me exige el cumplimiento de una? Los propios sindicatos saben que ese límite había que respetarlo. Entonces no se trata ya de establecer si el porcentaje es cinco décimas más... sino de criterios. Los funcionarios de este Ayuntamiento son prácticamente los mejor pagados de toda la Administración española. Era un argumento para haber entrado en una dinámica de entendimiento, y no de absoluto enfrentamiento, que, como es lógico, se aprovecha para otros fines.

P. La Ley de Presupuestos se aprueba en diciembre de 1992, pero los funcionarios no se enteran hasta octubre de 1993 de que suprime la paga. Muchos rían gastado incluso ese que tenían previsto recibir. ¿Por qué se les avisa tan tarde si el criterio que se aplica ya existía un año antes?

R. Hay que confesar que todo el mundo comete errores, y nosotros cometimos un error: dejar entender que pudiera darse esa tercera paga extra. Siempre creímos que las circunstancias económicas iban a cambiar. Nos dejamos seducir por lo que parecía que iba a ser la superación de la Crisis. Pero al final me pareció que les hacía un flaco servicio a los funcionarios si la noticia que salía del Ayuntamiento consiste en que, mientras la gente está Derdiendo su trabaio o rebajando voluntariamente su sueldo, los funcionarios cobran 15 pagas. Era una noticia objetivamente negativa para la credibilidad de los funcionarios. Y así se lo expliqué: no miren a la corta, miren lo que también significa el prestigio de los funcionarios.

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P. Escuchándole, parece que abonar esa paga o no fuese una cuestión opcional, según marchara la economía, cuando en realidad hay una limitación expresa aprobada en las Cortes.

R. No, no, claro, claro, no. Yo siempre jugué con las dos cosas: con la limitación expresa y con las circunstancias. Y si las circunstancias económicas hubieran sido distintas, podíamos haber dicho: este trimestre vamos a suspenderlo, pero lo pondremos en marcha más adelante.

P. Si se da por bueno que los Presupuestos Generales pueden limitar las subidas en los Ayuntamientos, ustedes pierden autonomía y su negociación colectiva ya no tiene sentido, ¿no? ¿Qué fuerza van a tener ustedes para modificar las condiciones de sus trabajadores si luego vienen las Cortes y lo cambian todo?

R. Primero, yo creo, personalmente, que la función pública no debe estar sometida a convenio en materia retributiva. Ése es uno de los graves errores que se han cometido. La función pública tiene ventajas que deben ser contrarrestadas con alguna limitación. La retribución no debiera ser negociada. Pero no se pierde autonomía: efectivamente, la Ley de Presupuestos ordena el sector público, hay unos parámetros que vienen de fuera.

P. Pues así se acaban los sindicatos en la Administración.

R. El gran error de los sindicatos es centrar toda su fuerza en las retribuciones, por eso se han quedado tan antiguos. En España no han buscado intensamente la competitividad, la renovación empresarial... Y ahí se produce el viejo planteamiento de que la empresa, en este caso la Administración, es una fuerza en lucha frente a los trabajadores. Esa concepción tan antigua hace que los sindicatos estén en una incongruencia en cuanto a su comprensión social. Los sindicatos debían unir sus fuerzas a la empresa o a la Administración para mejorar los servicios. Y los empresarios también deben saber que las legítimas ganancias que obtienen han de revertir a la propia empresa en una parte sustancial, olvidando la cultura del pelotazo y del enriquecimiento rápido, que ha agravado la mala situación de algunas.

P. Usted ha conseguido acallar las protestas de los dos concejales díscolos, Venancio Mota y Manuel Martínez Blanco..., eso ha sido un éxito, ¿no?

R. Yo no quisiera apuntarme esos éxitos [se ríe]. Estas dos personas tenían un problema vinculado a una situación de partido [fueron excluidos de la nueva ejecutiva del PP en Madrid], no a cuestiones municipales. De cualquier forma, nunca en este caso ha habido perjuicio para terceros, para los ciudadanos. Aguanté lo razonable para entender lo que estaba pasando, y no me privo de tener las conversaciones que sean necesarias con mis compañeros para saber su grado de diferencias. Y ahí no existía una causa real que afectara al Ayuntamiento. Hemos razonado todos lo suficiente como para, sin que se tomaran medidas agresivas, volver a la normalidad.

P. ¿En ese regreso a la normalidad se inscribe su deseo de incorporar a funciones de mayor responsabilidad a los concejales Ortiz y Matanzo? [ambos destituidos por su enfrentamiento en torno al cierre del teatro Alfil].

R. Cuando se produce una distorsión como aquélla, que afectó a terceros, yo tengo que tomar una decisión. Pero tampoco debe ser una decisión que permanezca para siempre. He convocado permanentemente a ambos a todas las reuniones de concejales, no les he relegado de sus cargos en los consejos de administración donde está representado el Ayuntamiento... Ahora, transcurrido un tiempo, podemos pensar en darles una misión donde puedan encontrarse en una situación de mayor agrado. Vamos a ver si entre todos la conseguimos. Lo que me ha parecido horroroso es que se haya especulado con que eso es un planteamiento de compra. No se puede decir que intento comprar a los concejales, estoy intentando tener un grupo ordenado. Transcurrido un año, vamos a ver si podemos ir cambiando a otra situación, pero porque es un periodo razonable de tiempo.

P. El caso del teatro Alfil fue el primero de una serie de conflictos que luego afectó a la sala Cuarta Pared y al teatro Lavapiés. ¿Es mala suerte?

R. Es pura coincidencia. Y alguien, partidistamente, se ocupa de trasladarla con un significado político. La gente de la cultura, la que no está politizada, sabe que no tengo nada contra ellos. Siempre me ha gustado el teatro. El otro día coincidí con Marsillach en una representación de La gran sultana, y yo le recordaba que le vi debutar en Madrid, y él mismo se asombraba del tiempo que ha pasado. Hablé con los dueños de las salas alternativas, y en cuanto nos hemos sentado sin que haya que mantener el tipo ante los medios informativos hemos llegado a un acuerdo, y estoy resolviendo sus problemas. ¿Qué es lo que yo quiero de los teatros?: defender el derecho de los vecinos a su descanso; defender el hecho teatral, y que viva en sociedad; que las salas no sean tapadera para otras actividades, y que tengan las condiciones de seguridad adecuadas. Y eso no se puede politizar.

P. El presupuesto municipal de este año, el último ejercicio completo de su actual mandato, es muy austero, frente a lo que podía esperarse en una etapa preelectoral.

R. Los madrileños no me han puesto aquí para que yo me gane los votos, sino para que intente resolver los problemas. Podía haberme planteado unas mayores inversiones, retribuir más a los funcionarios..., pero eso es inmoral si buscas una finalidad política. También me propusieron que, puesto que me iban a reprochar que subía los impuestos, que aprovechara para subirlos realmente... [se ríe con carcajadas], pero no lo he hecho. Este año, el sector público debe tener una contención, y obramos en consecuencia.

P. ¿Qué obra emblemática presentará ante los electores?

R. El Palacio de Congresos es el mejor palacio de congresos de Europa; el parque Juan Carlos I, concebido para el futuro; la rehabilitación del teatro de la Vaguada [el Teatro de Madrid] y su gestión para impulsar el género lírico... Estoy poniendo un poco en orden la economía del Ayuntamiento, he creado un servicio del que estoy muy orgulloso: las Samur [ambulancias municipales]. No hay un servicio de urgencia tan completo, son verdaderos quirófanos vivientes... Sólo pensar que hemos salvado ya varias vidas me da una tranquilidad enorme... La duplicación del número de los puntos de luz y el gran número de árboles que se han plantado en nuestras calles... Pero no quiero ser quien se venda a sí mismo.

P. Usted se ha quejado muchas veces del espíritu poco cívico de los madrileños...

R. Yo quisiera no regañar a los ciudadanos, sino pedirles que colaboren. Tengo envidia respecto a otras ciudades... Se quema el teatro del Liceo, que es una pérdida real para Cataluña y para España, y los ciudadanos de Barcelona reaccionan, y se sienten vinculados... Aquí se me quema el teatro Español y no encuentro ninguna solidaridad. Allí viven su ciudad, vibran con ella, la quieren, y aquí, como somos todos un poco de aluvión.... tenemos un cierto sentido despreciativo de vivir en Madrid: "Qué horror, qué ciudad tan grande, cuántos coches hay", pues mire, los coches que pone usted, entre otros [dice las palabras entre risas].

P. Y cuando la respuesta es incívica, ¿qué hacer?

R. Pues seguir insistiendo.

P. Alcalde, ¿por qué nunca escribe artículos en EL PAÍS?

P. La situación en que me encuentro me impide escribir. Pero hace muy poco publicaba yo un artículo en EL PAÍS...

P. ... Bueno, un mensaje navideño.

R. Bien, en cualquier caso, el alcalde está abierto al conjunto de los medios informativos.

Comentando los periódicos

El alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, se prestó al final de la entrevista a narrar las impresiones personales que experimentó al leer algunas de las noticias publicadas en El País Madrid durante las últimas semanas y que han salpicado la vida ciudadana de la villa que él rige.Pregunta. Un ex campeón motociclista pierde sus brazos, amputados al chocar con una protección de la nacional I.

Respuesta. Un impacto tremendo. Tengo un hijo de 26 años al que le gusta mucho andar en moto. Él tenía una moto y se la robaron, afortunadamente. Por tanto, esa comprobación de lo peligrosa que es la moto..., aunque es divertido montar en ella, me impactó brutalmente. Y al mismo tiempo la alegría de saber que se salva, y la sangre fría de ese hombre, diciendo dónde y cómo tenían que operarle... Un ejemplo de lucidez que muestra que era una persona de grandes reflejos; por eso montaba tan bien en moto. Pero ahí está la grave experiencia: ni aun montando muy bien en moto se está seguro.

P. La banda del Dani controla a la luz del día la reventa de la temporada de ópera y copa las mejores entradas.

R. Fatal. Una mala noticia. Alguien abusa de los demás y no podemos evitar ese abuso. No podemos, obviamente, quiere decir a quien le corresponda.

P. Un vendedor magrebí legal muere apuñalado en San Blas. No hay protestas del gremio.

R. Siempre ocurre lo mismo: la sociedad en sí es injusta y tiene distintas varás de medir. Desgraciadamente, la muerte, que es igual para un inmigrante que para un español, para un rico que para un pobre, la estructura social hace que tenga menos o más importancia en función de la relevancia social del muerto. Eso es propio de una sociedad injusta.

P. Dos policías irrumpen en los grupos parlamentarios de la Asamblea para hacer una inspección.

R. Falta de criterio. Hay que evitar un peligro, si lo hay, pero también es preciso respetar a los grupos políticos y a las personas.

P. Los híper abrirán menos domingos.

R. Refleja la lucha entre el pequeño y el gran comercio; y en medio está el usuario, al que se pregunta poco. En todo caso, siempre hay que evitar los excesos, y el pequeño comercio necesita de ayuda y de reestructuración para sobrevivir.

P. Un hombre se declara autor de 15 asesinatos.

R. Macabro. Uno no sabe hasta dónde la locura puede llegar a transformar la acción de una persona.

P. Raphael se atreve a cantar el Bolero de Ravel.

R. [Por fin una noticia amable, y se sonríe]. Raphael es un cantante de unas condiciones excepcionales que le permiten estar en primera línea muchísimos años y con el fervor de muchísima gente. Es un cantante de una muy relevante personalidad cuyo público le permite eso. Pero, una vez más, respetemos la libertad. ¿Por qué razón no? La sociedad necesita la suficiente libertad como para que haya Raphael o La Fura dels Baus. Y con tranquilidad, sin falsas divisiones sociales.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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