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Una oportunidad para acorralar a Clinton

El Congreso busca con lupa una prevaricación presidencial en el 'caso Whitewater'

Antonio Caño

La oposición republicana está decidida a convertir el caso Whitewater, el conflicto financiero de Arkansas en el que está implicado el matrimonio Clinton, en un escándalo que decida la suerte del presidente norteamericano en los próximos años. En esa batalla, la minoría parlamentaria ha arrancado ya el compromiso demócrata de convocar audiencias sobre determinados aspectos del escándalo en los comités de Banca del Senado y la Cámara de Representantes.Tanto el presidente del comité del Senado, Donald Riegle, como el de la Cámara, Henry González, ambos demócratas, han comunicado su intención de celebrar, "tan pronto como sea posible recabar los datos necesarios", audiencias sobre la quiebra de la firma financiera Madison Guaranty Savings y los préstamos hechos por esa entidad al proyecto urbanístico Whitewater. Bill y Hillary Clinton eran socios al 50% en ésta con los dueños de Madison.

Este compromiso en el Capitolio ha sido considerado como un triunfo parcial de los republicanos, que están convencidos de que el estallido del escándalo, que ahora mismo está latente pero controlado, "es sólo cuestión de tiempo", en palabras del senador republicano por Nueva York Alphonse d'Amato.

La oposición en el Congreso está especialmente interesada en conocer cuál era la relación financiera entre Madison y Whitewater, y qué influencia tuvo el presidente -entonces gobernador de Arkansas- en retrasar la quiebra de Madison. Se calcula que ese retraso costó a los contribuyentes 47 millones de dólares más (6. 500 millones de pesetas) en pagos a los depositantes.

Después del nombramiento por el Departamento de Justicia de un investigador independiente, Robert Fisk, para hacerse cargo del caso, Bill Clinton, aprovechando su buen momento de popularidad y su discurso sobre el estado de la Unión, parece haberse sobrepuesto a la presión del caso Whitewater.

Dos periódicos conservadores han pasado, sin embargo, a la ofensiva en los últimos días sobre uno de los aspectos más delicados del asunto: la muerte del asesor jurídico de la Casa Blanca, Vicent Foster. El mismo día en que éste, viejo amigo y colaborador de Clinton, se quitó la vida junto al río Potomac, funcionarios de la Casa Blanca sacaron de su despacho los documentos que recogían los datos sobre la participación de los Clinton en Whitewater. Bill Clinton ordenó ya el mes pasado la entrega de esos documentos al Departamento de Justicia, pero persisten las dudas sobre su contenido y la posible relación con la muerte de Foster.

El diario The Wall Street Journal anunció el lunes en un editorial que había decidido pedir por vía judicial acceso al contenido de esos documentos. Ese periódico basaba parte de sus dudas sobre la muerte de Foster en una información publicada la pasada semana por el diario sensacionalista The New York Post, en la que se recogían testimonios de algunos funcionarios q ue podrían contradecir la versión oficial del suicidio.

Entre esos testimonios están los del forense que analizó el cuerpo y de uno de los oficiales de policía que acudieron primero al lugar del suceso. Según las citas de ambos que recogen The New York Post y The Wall Street Journal, los restros de sangre, la posición del cadáver y la colocación de la pistola no se corresponden totalmente con otros casos en los que la víctima también se pegó un tiro en la boca.

Una muerte para investigar

La muerte de Vicent Foster será uno de los asuntos a cubrir por la investigación de Robert Fiske, quien ha anunciado que podría llamar a declarar a Hillary y Bill Clinton. La primera dama, cuyo papel en Whitewater parece particularmente relevante, salió en defensa de su marido, a quien calificó como víctima de una confabulación conservadora. Pero el papel público de Hillary Clinton se ha ido reduciendo a partir de la aparición de las primeras informaciones sobre su participación en Whitewater. Algunos observadores norteamericanos consideran que el objetivo último de este escándalo es, de hecho, silenciar a la influyente esposa del presidente.

La intención de la minoría republicana en el Congreso es conseguir que las audiencias sobre Whitewater comiencen antes del final de este mes, a fin de entrar en primavera -y en la campaña para las próximas elecciones parlamentarias parciales- con el escándalo financiero de Arkansas en las primeras páginas de los periódicos. Por el momento, el grueso de la prensa y la televisión llevan varias semanas ausentes de ese asunto, pero todo el mundo está a la espera de los datos que pueda ir aportando Fiske.

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