"La independencia no es un fin en sí mismo"
Yuri Meshkov no dudó en beberse un vaso de vodka de un trago cuando, una hora después de finalizado el recuento de votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del pasado domingo en la región ucrania de Crimea, se supo que había derrotado a su adversario y que se había convertido en presidente con el 73% de los votos. Luego se vistió con el traje oscuro de fiesta, se sentó y firmó su primer mensaje a la nación: "Ciudadanos de Crimea, gracias por vuestro apoyo. Este voto ha demostrado que existís y sois un pueblo unido. Ya se ha elegido y ya se han decidido los objetivos. Con vuestra ayuda podré ponerlos en práctica".Sin embargo, hay opositores que afirman en Crimea que Yuri Meshkov, un abogado de 47 años, no es más que una figura de paso, inevitable como una medicina amarga. Este hombre que se jacta de conocer las artes marciales -es cinturón negro de yudo-, promete devolver Crimea al área del rublo, bajo la protección de Rusia, y apartarse de la catastrófica economía ucrania. Tendrá una breve vida como líder, añaden los opositores, debido a la indiferencia de Moscú y la hostilidad del presidente ucranio, Leonid Kravchuk. Así, pronto será un presidente sin poderes, como la reina de Inglaterra. Pero Crimea se parece más al violento Alto Karabaj, a Georgia o a la tierra moldava del Dniéster.
Pregunta. Usted ha declarado que pronto los ciudadanos de Crimea serán llamados a un referéndum sobre la independencia. Después ha precisado que no pretende la separación de la república de Ucrania y que no habrá problemas territoriales. ¿Cómo pretende conciliar estas dos posiciones?
Respuesta. El estatuto de república independiente no es un fin en sí mismo. Nuestro único deseo es el de salvarnos. Es decir, sanear nuestra economía. Si para lograrlo no es necesario modificar el estatuto de Crimea, no lo haremos. Pero si alguien trata de impedírnoslo, intentaremos garantizar por todos los medios nuestra autonomía económica.
P. ¿Quiere decir esto que se reservan el derecho de salirse de los confines ucranios?
R. Personalmente, no veo la necesidad, pero la situación política es bastante compleja e imprevisible debido precisamente a la catástrofe económica. En nuestra tierra ya no hay ninguna estabilidad, hay una situación tal de criminalidad, disgregación y miseria que no se pueden excluir las explosiones sociales y las revueltas, y nosotros debemos defender a nuestros ciudadanos.
P. Usted dice que quiere transformar Crimea en un puente entre Rusia y Ucrania. Pero, a parte del silencio sepulcral de Rusia y las tentativas conciliadoras de Kravchuk, toda la Ucrania occidental rechaza incluso la hipótesis de la independencia de Crimea. ¿No cree que alguién puede intentar hacer saltar por los aires su puente?
R. La historia de las repúblicas ex soviéticas ha puesto en movimiento mecanismos, ambiguos y ambivalentes, una mezcla de tendencias centrífugas y esperanzas de reintegración. Por desgracia, las primeras han predominado en la fase inicial y han creado las premisas para una oleda nacionalista en la antigua URSS. Han llegado grupos dirigentes al poder que han descuidado los problemas económicos, ocupados como estaban en conquistar y conservar el poder. Las repúblicas que más han sufrido han sido las que han querido romper los puentes y aislarse, como Ucrania. El problema territorial de Crimea no es seguramente el más grave entre los que Ucrania debe afrontar, considerando que incluso fuera de Crimea el clima ha cambiado y muchos piensan con nostalgia en lo que han perdido.
P. Los datos oficiales afirman que más de un millón de personas han votado por usted. ¿Cuántos de ellos, en su opinión, han votado a favor de la unión con Rusia?
R. Es absolutamente comprensible la nostalgia que todos nosotros sentimos por ese pasado estable y seguro que hemos conocido, el recuerdo no ha desaparecido de nuestra conciencia. Como tampoco ha desaparecido la ideología comunista. Se equivocan los medios económicos internacionales cuando dictan su ley sin tener en cuenta el nivel y la conciencia de los hombres que mueven esta economía. Y ahora la gente se ve obligada a elegir: detrás hemos dejado un mundo seguro, que se ha transformado en degradación y miseria cuando nos han prometido el libre mercado. Qué hacer: ¿perseverar en estos horrores o reconstruir una vida decente? El que ha votado por mí no desea el regreso al comunismo, sino que quiere que mejore la economía y que se respeten los derechos elementales de todos. Para nosotros, en primer lugar, están los intereses de los ciudadanos, no los del Estado. El Estado debe preocuparse de la gente y no al revés. Pero si la comunidad internacional nos abandona, si no trata de influir en las decisiones de Kiev, que se ha mostrado incapaz de gestionar la economía, si no frena las acciones brutales de Ucrania, Crimea puede convertirse en un polvorín.
P. Pero ¿se da usted cuenta de que alrededor de Crimea giran los intereses de dos potencias nucleares, Ucrania y Rusia, además de Turquía, que ha prometido apoyar a la minoría tártara, oriunda de estas tierras?
R. Soy consciente del peso de la responsabilidad que he asumido. Son tiempos duros y amargos. Entiendo perfectamente la gravedad de la situación, sobre todo desde que he sabido que el presidente de la CIA ha dedicado su informe al problema del voto en Crimea. Pero nadie quiere entender nuestros problemas, aun sabiendo que la estructura interna de Crimea hace imposible que surjan conflictos. Lo único que puede hacer desencadenar la rabia de la gente es la quiebra económica y, por tanto, si los procesos sociales se hacen incontrolables, se producirá una explosión. Pero nosotros no tenemos conflictos étnicos, ni religiosos, ni movimientos nacionalistas que busquen justicia histórica. Rusia y Ucrania han sido siempre buenos vecinos. El único problema grave es la Flota del Mar Negro, y Ucrania debería tener el valor y la honestidad de admitir que esa flota es rusa, además de una e indivisible.
P. ¿Y los tártaros de Crimea, que se han opuesto con todas sus fuerzas a su elección?
R. Me han desilusionado las declaraciones de su líder, Mustafá Dzhmiliev, cuando ha afirmado que no excluye una resistencia armada de los tártaros para la solución de sus problemas nacionales. Esto es demasiado. Afortunadamente, los intelectuales tártaros y una gran parte del pueblo no comparten estas declaraciones. En cualquier caso, no influirán en el legítimo deseo de los ciudadanos de Crimea de construir un futuro vivible.
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