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Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
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Crimea, bomba de relojería

La victoria de un nacionalista ruso en las dudosas elecciones presidenciales de Crimea es la peor noticia desde que los demócratas liberales de Vladímir Zhirinovski ganaron tantos votos en las recientes elecciones parlamentarias rusas.Yuri Meshkov, con su programa de secesión de Ucrania y reunificación con Rusia y siguiendo la estrategia de la táctica salami, es decir, primero autonomía, después independencia y, finalmente, reunificación, consiguió el 73% del voto en las elecciones crimeas. Nikolái Bagrov, que abogaba por la. permanencia en Ucrania, ganó el 23,3%. Menos de uno de cada cuatro habitantes de la península está a favor del statu quo actual.

El problema de quién posee Crimea, si Rusia o Ucrania, está a punto de estallar, y es muy probable que cuando Meshkov tome posesión de su cargo salte de las brasas para posarse directamente en el fuego de la política nacionalista poscomunista. La posibilidad de desastre es difícil de sobreestimar. Ucrania no puede aceptar a Meshkov como presidente. Los dirigentes de la minoría de 280.000 tátaros de Crimea ya han declarado que no le reconocerán. Ésto significa una cierta confusión a corto plazo mientras el presidente de Crimea se pelea con Kiev a la vez que 2,7 millones de rusos, ucranios y tátaros de la península toman partido siguiendo las líneas étnicas.

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A largo plazo, todo depende de Kiev y de Moscú. El pasado julio, cuando el antiguo Sóviet Supremo declaró al puerto crimeo de Sebastopol territorio ruso, el presidente, Borís Yeltsin, se negó a reconocer ese acto incendiario. En la nueva era de Zhirinovski, Yeltsin necesitará mucho más coraje político para mantener ese principio contra los militares y los fascistas, pero la realidad es que muy pocos rusos creen que Crimea, un regalo que Nikita Kruschev, un ucranio, secretario general del PCUS, le hizo a Kiev en 1954, pertenezca verdaderamente a Ucrania.

El presidente ucranio, Leonid Kravchuk, por su parte, ya ha declarado las elecciones como no válidas porque no existe una provisión para un presidente crimeo en la Constitución ucrania. Pero poco es lo que puede hacerse al respecto. Más del 72% de la población crimea es rusa, y este pueblo siente profundamente que pertenece a, y estaría mucho mejor en Rusia, y que con el actual Gobierno y la política económica de Kiev el desmoronamiento del Estado ucranio es inminente.

Aunque el Armagedon no está a la vuelta de la esquina, en Crimea la violencia está en el aire. Varias figuras políticas de ambos lados de la división étnica han sido asesinadas en los últimos meses. Si Meshkov insiste en asumir poderes presidenciales plenos, Crimea tendrá un dirigente que tiene un mandato para alterar las fronteras existentes, elevando significativamente las posibilidades de conflicto. Mucho dependerá de cómo responda Yeltsin a las llamadas inevitables de la Duma y de los militares para asegurarse de que o bien Crimea se hace rusa o bien Ucrania en conjunto se inclina ante la soberanía rusa. Para evitar una gran escalada de violencia, Yeltsin debe seguir el sendero de los principios, comprometiéndose claramente a mantener las fronteras existentes, al menos hasta que termine el proceso electoral en Ucrania. La peor alternativa es un avance gradual hacia el conflicto abierto entre Kiev y Moscú, y la mejor el reanexionamiento pacífico de Ucrania por Rusia. En cualquier caso, los perdedores son los nuevos Estados independientes de Europa, ya que la siguiente cuestión será ¿quién es el siguiente? El Báltico, el Cáucaso o Europa central. La respuesta será: "Probablemente, yo".

Andrés S. Serrano es analista de Defensa y política de Europa Oriental / Central para el CERI en Madrid.

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