Peligro de incendio

Supongamos que un día cualquiera, que quiera Dios que no venga, a la señora Rufina -que vive en el tercero interior izquierda del número 6 de la calle de Cervantes, un suponer, insisto- se le prende la mesa camilla por culpa del brasero. La señora Rufina, que tiene 80 años, sale despavorida a la escalera. Es sábado noche. Un vecino llama a los bomberos. Como la finca tiene más de 100 años, el fuego prende rápido. Pasa del interior izquierda al derecha, del tercero al cuarto y así sucesivamente. Los bomberos se ponen en marcha. Llegan a la calle del Prado. No pueden entrar porque como es sábado los coches ocupan las aceras y apenas pasa un utilitario. Mucho menos un camión cisterna. Intentan otro camino. Por la calle de León ocurre igual, y tampoco pueden torcer por Echegaray por idéntica razón. Pronto el fuego pasa del número 6 al 8 al 10 al 12 y a la manzana de Lope de Vega y Huertas. Histérico, el vecindario sale como puede. Intentan sacar sus coches, los de los bares igual.... El suceso está desencadenado y fuera de control. Al día siguiente, los informativos del mundo entero recogen el suceso. Una parte importante del centro histórico de Madrid ha sido pasto de las llamas. ¿Quién sería él culpable? ¿Los bomberos, el Ayuntamiento, los coches, los bares, sus clientes, los vecinos, el brasero o la señora Rufina? Si algún día ocurre semejante desgracia, lo más alucinante sería escuchár las respuestas de, por ejemplo, el señor Álvarez del Manzano. ¿La tomaría con el brasero?-