El Cloretilo: vuelve la droga farmacéutica que se consume sin receta y coloca rápido
El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios advierten de un aumento del uso del cloruro de etilo para fines recreativos y alertan de sus consecuencias
Primero se rocía sobre un paño o la manga de la camiseta. Después se hace una fuerte inhalación a través del tejido. Los efectos son muy rápidos y de corta duración: euforia, risa fácil, descoordinación y, a largo plazo, algo más preocupante: agresividad, problemas cardiacos y daños en el sistema nervioso central, según explica Carlos Morante, médico de urgencias del Hospital de Henares. El nombre de la sustancia que produce estos efectos es cloruro de etilo, más conocido como Cloretilo ―o clore― por su nombre comercial. Se trata de un aerosol que puede adquirirse sin receta en muchas farmacias, parafarmacias, por internet e incluso en máquinas expendedoras. Es un anestésico que se aplica sobre la piel para adormecerla antes de una intervención quirúrgica, pero su uso principal fuera de los hospitales es como estupefaciente, según afirman de manera independiente tres farmacias madrileñas. “Llevo 10 años trabajando y solo en una ocasión me lo ha comprado un fisioterapeuta”, apunta José Luis Albarreal, de Farmacia Alcalá. Tanto el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM) como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), del Ministerio de Sanidad, emitieron este año una circular advirtiendo de una “posible demanda creciente” de este producto “para un uso fraudulento o recreativo”. Vuelve el Cloretilo, dicen. Un viejo conocido de la fiesta.
Morante confirma que ha percibido en su consulta un aumento de los casos de intoxicación en los que se reporta el uso de esta sustancia, pero los datos de distribución son muy opacos. ERN es el único laboratorio en España que elabora cloruro de etilo. A pesar de que EL PAÍS ha intentado ponerse en contacto con la empresa en tres ocasiones a través de distintos medios, esta no ha hablado tras alegar “problemas de agenda”. Junto al laboratorio, solo AEMPS y la consultoría farmacéutica privada IQVIA tiene los datos completos de distribución de este producto. Ninguna de las dos entidades da el número de aerosoles vendidos, pero su testimonio es contradictorio. Mientras que desde AEMPS aseguran que “se ha observado cierto aumento” en las ventas de Cloretilo, desde IQVIA señalan que “no se está registrando un pico de ventas, lo que puede significar que se están produciendo a través de otros canales”, como puede ser el mercado negro o distribuidores online que compran Cloretilo directamente al laboratorio.
La máquina expendedora
David Martínez, de 25 años, trabaja en Farmacia Avenida de América. Según explica, el perfil del comprador que viene preguntando por este producto es un hombre de entre 18 y 25 años. “Son realmente jóvenes, jóvenes”, enfatiza. A pocos metros de su lugar de trabajo, en el intercambiador de Avenida de América, había hasta marzo de este año una máquina expendedora que lo vendía por 15 euros. La Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid obligó a la farmacia que tiene estas máquinas alquiladas a retirar el producto tras quejas de que muchos jóvenes lo compraban para hacer un uso ilícito de él. “Llegó a haber hasta dos franjas enteras de la máquina ocupadas con el espray”, asegura un trabajador de esa estación de metro.
“El que tiene la máquina sabe que es legal, pero moralmente no es lo mejor”, opina Martínez. “Nosotros directamente no lo vendemos”. El farmacéutico cuenta que tomaron esa decisión después de recibir la ya mencionada circular del COFM en el que se recomienda “prestar una atención especial en la dispensación”, “realizar un estrecho control de las ventas a través de páginas web de las farmacias” y “evitar la venta de estos espráis a través de máquinas expendedoras”.
Aunque lo cierto es que hoy en día conseguir este producto es relativamente fácil. La misma farmacia que tiene alquiladas las máquinas de Avenida América ofrece entregar este producto en grandes cantidades fuera del propio establecimiento y con “mucha discreción”, tal y como ha podido comprobar este diario. La única condición es que el cliente sea mayor de edad. También vender los botes dentro del establecimiento cuando se haga de uno en uno y el comprador no tenga “pintillas” ―esté bien vestido― que puedan llamar la atención. Todo esto, aun cuando el comprador ha dejado claro de manera explícita que va a utilizar ese espray “en un botellón”.
Cloretilo por internet
M. G. es un hombre gallego de 23 años que consume Cloretilo de manera ocasional y también lo vendía hasta hace unos meses. No quiere identificarse por temor a las repercusiones legales de su conducta: “Era raro llegar a la máquina [del intercambiador de Avenida América] y que siguiera habiendo”, explica. “Se hacían colas y se agotaba rápido”. Subraya lo fácil que le resultaba adquirirlo en “cantidades industriales” por internet. “Lo buscas y la primera [página web] que te salga se la vende a quien quiera. Una locura”, apunta. “Lo compras como si estuvieses comprando una camiseta”. Él se lo vendía a sus compañeros de la residencia de estudiantes en la que vive. Y, cuando lo consiguen, hacen lo mismo que se ve en la película Segundo Premio, el filme de Isaki Lacuesta que representará a España para competir por la nominación del Oscar a mejor película internacional: un grupo de colegas se colocan con un espray.
El cloruro de etilo es un producto farmacéutico y, por lo tanto, no es necesaria la prescripción médica para ser vendido, como sí ocurre con los fármacos. Desde AEMPS, señalan en una conversación telefónica que el Cloretilo “no tiene un efecto farmacológico en el cuerpo”, ya que se trata de una crioanestesia ―desestabiliza las terminaciones nerviosas con frío―, “por lo que no puede ser considerado nunca un fármaco”.
El psicofarmacólogo experto en drogas Antón Gómez-Escolar apunta que esta manera de emplear el Cloretilo no es algo nuevo y su presencia en las calles es “cíclica”. “Se pone de moda un tiempo y luego la gente se olvida de que existe”, explica. En los años noventa ya era bastante conocido entre los chavales que querían irse de fiesta con una droga fácil y barata, pero “entre el año 2000 y 2010 hubo una época de mucho uso”, comenta Gómez-Escolar. “Ahora está otra vez poniéndose de moda”. Señala que es más normal verlo en botellones y raves (fiestas ilegales de música electrónica) que en bares y discotecas, ya que el tamaño del envase es grande y es difícil introducirlo sin ser detectado. Advierte de que el cloruro de etilo no está pensado para ser inhalado y “no tiene una historia de investigación de uso muy rigurosa”, por lo que se desconoce “qué tipo de riesgos entraña realmente un consumo más regular”. Añade que al tener un efecto disociativo y causar descoordinación o incluso desmayos, pueden producirse traumatismos por caída. Recomienda que, de hacer uso de esta sustancia, se haga sentado para minimizar los riesgos.
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