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La izquierda mexicana congrega a 100.000 personas contra la represión

Cárdenas, que encabezó la marcha, rechazó intervenir como orador

Alrededor de 100.000 personas se concentraron en la noche del miércoles en el Zócalo de la capital mexicana, una de las plazas más grandes del mundo, en señal de protesta por la intervención cruel e . . da del Ejército en el Estado sureño de Chiapas. La protesta, dirigida también -contra el presidente Carlos Salinas de Gortari y su Gobierno, despertó en un único clamor a la desunida y enfrentada izquierda política mexicana, que volvió a comparecer junta por primera vez después de las grandes manifestaciones contra el fraude de 1988.

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Todo esto ocurría horas después de que el presidente, Salinas anunciara el cese el fuego unilateral en Chiapas y recordara su, oferta de amnistía para los rebeldes. También coincidió con un viaje relámpago de Manuel Camacho Solís, comisionado para la Reconciliación y la Paz, a la zona de conflicto, con vistas a preparar las condiciones para iniciar los primeros contactos con la guerrilla zapatista.El comisionado, que estuvo acompañado por el obispo de San Cristóbal de las Casas" Samuel Ruiz, visitó Ocosingo y por lo menos consiguió que su acompañante le tendiera la mano y hablara de la situación Con el general Othon Calderón, comandante militar de Chiapas y responsable de las tropas expedicionarias.

Camacho aprovechó su primera visita a la zona del conflicto para recordar que la pacificación de Chiapas no va á ser inmediata. Reconoció oficialmente a la milicia zapatista "como fuerza beligerante" y eximió de cualquier responsabilidad en la sublevación al obispo Ruiz y a sus misioneros de la selva Lacandona, tal y como habían sugerido con. anterioridad los mandos militares.

Sin embargo, ninguna de estas cosas pudo detener la gigantesca manifestación de la capital mexicana, convocada por más de 20 organizaciones cívicas y populares, que sorprendió no sólo por la multitud que la secundó sino por su organizacion.

El principal orador fue el sacerdote Miguel Concha, que pidió al Gobierno. el reconocimiento de la guerrilla chiapaneca como interlocutor oficial y a ésta que respondiera eficazmente a la

voluntad negociadora de aquel.

Esto fue la parte oficial porque los manifestantes no sólo protestaron contra la matanza militar sino que se expresaron a favor de la desaparición del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la caída de Salina! y su Gobierno y el fin de la concesión de Televisa al multimillonario Emilio Azcárraga. Hubo alguien que desde la tribuna de oradores, instante después de que se rompiera el minuto de silencio con que concluyó la protesta, gritó un viva al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que fue secundado mayoritariamente.

Pero fue una anécdota, como también la actitud de un grupo de jóvenes que, con p4samontañas y sopletes, hicieron un simulacro de quemar la puerta del palacio presidencial situado en el Zócalo. Significativa, en cambio, fue la decisión del líder y fundador del Partido de la Revolución Democrática, Cuauhtémoc Cárdenas, que encabezaba la protesta, de no intervenir como orador. Los manifestantes, en su mayoría cardenistas, se lo exigieron, pero este líder de la izquierda mexicana que por segunda vez participa en unas elecciones presidenciales no quiso convertir la manifestación, que tenía como fin repudiar la- matanza, en un acto de adhesión a su causa.

Amplia representación

En el Zócalo había de todo: allí estaba Benita Galeano, una superviviente revolucionaria, ya incapacitada que fue llevada por sus familiares en un triciclo de capota adornado con guirnaldas de colores. Estaba también Superbarrio, el enmascarado de lucha libre que se ha convertido en los últimos años en el símbolo de las revindicaciones de la ciudad. Había indios aztecas, con sus plumas de pavo real, y mayas, con sus huipiles floreados.

Un padre y un hijo de corta edad, aquel caracterizado de Salinas y éste vestido de guerrillero con pasamontañas, hacían humor negro mientras un ancianito encorbado que apenas podía caminar intentaba gritar: "Si Zapata viviera, con nosotros estuviera".

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