Fetos

Pase lo que pase y digan lo que digan, estaré siempre a favor de los descubrimientos de la ciencia, que acaban obligando a la ética -más tarde o más temprano- a correr y ponerse al día. En estos tiempos nuestros en que algunos de los mandamientos determinantes más bestias de la civilización occidental han pasado a mejor vida -como el de trabajar con el sudor de la frente; es obvio que han medrado quienes no sudaban. y que los que sudan no encuentran trabajo-, me siento totalmente partidaria de todo lo que ayude a dar a luz sin dolor, contrariando a la maldición bíblica, y, si esto no es del todo posible, al menos de lo que contribuya a que el acto de traer gente al mundo sea algo perfectamente pensado, dimensionado y elegido. ¿Sustituir a Dios? Desde luego. Vistos los resultados, Dios es, cuanto menos, sustituible. Al menos, por gente de experiencia.La utilización de óvulos de cadáveres femeninos y, sobre todo, de óvulos extraídos de fetos abortados, aporta nueva luz y posibilidades, sobre todo de cara al próximo congreso del PSOE. Si hubieran tenido tiempo, con semejante información, ¿se imaginan la cantidad de nuevos militantes que se habrían podido inscribir, sólo con darse la molestia de visitar un par de cementerios?

¿Es que voy a poder donar mis ojos o mis riñones o mi hígado -este último al Museo Chicote, desde luego- y no voy a poder ven derles por una pasta mis melancólicos óvulos o fetos a Carmen Alvear o a Isabel Tocino para contaminar d la derecha al tiempo que se infla de nascituros, cual es su más torvo deseo? Piensen en la magnífica venganza de la historia que semejante avance de la ciencia supondría: poner a las fuerzas vivas perdidas de óvulos procedentes de rojas que no tuvimos ni el tiempo ni las ganas ni la necesidad de reproducirnos.