Terror zapatista en Acapulco y Ciudad de México
Los rebeldes cumplen su amenaza de extender la revolución con sus primeros atentados fuera de Chiapas
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) cumplió su amenaza de entrar en la capital mexicana al hacer estallar en la madrugada del sábado un potente coche bomba en el aparcamiento de un concurrido centro comercial del sur de la ciudad. Horas más tarde, otra bomba estallaba en Acapulco, en el Estado de Guerrero. No hubo muertos en ninguna de las dos acciones. A la hora del atentado en la capital -una de la madrugada (ocho de la mañana, hora peninsular española)-, las instalaciones se encontraban vacías. No obstante, cinco personas resultaron heridas. Pintadas cercanas al lugar con la leyenda "Ya hemos llegado" no dejaban duda sobre los autores y advertían del inicio de una campaña de terror por todo el país.
El coche bomba en Ciudad de México fue un primer aviso. Cinco horas después, un segundo artefacto explosivo hacía saltar por los aires las oficinas del Gobierno federal en la localidad turística de Acapulco, a 440 kilómetros de la capital, también sin provocar víctimas mortales. Esta segunda explosión alcanzó de lleno el palacio federal y provocó serios destrozos en sus instalaciones, entre ellas las dependencias de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidraulicos, la Aduana marítima, la Secretaría de Pesca y el Banco del Ejército.La explosión de Acapulco, balneario turístico del Pacífico perteneciente al Estado de Guerrero, afectó también a varios comercios y redujo a chatarra algunos de los automóviles que se encontraban aparcados en los alrededores del edificio, sede de todas las delegaciones del Gobierno de la República. Otras instalaciones oficiales próximas al lugar del atentado, entre ellas el Instituto Federal Electoral, también resultaron dañadas.
Una tercera bomba, que una voz anónima anunció a mediodía de ayer que había sido colocada en la sede de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en la capital del país, resultó ser una falsa alarma. Con esta son ya cuatro las falsas amenazas de bomba que se producen en las últimas horas en la capital mexicana, entre ellas la que provocó el viernes el desalojo de la Bolsa de Valores cuando prácticamente todavía se desarrollaban las operaciones financieras del día.
Los más viejos de Ciudad de México no recuerdan una acción terrorista parecida a la del coche bomba. En la capital mexicana se producen diariamente balaceras entre bandas de delincuentes, espectaculares asaltos armados a oficinas bancarias e incluso tiros al aire de gente que gusta exhibir sus revólveres en cantinas y salas de fiesta. Lo que nunca se había conocido era el ruido y los efectos de una acción terrorista.
La explosión se produjo a la una de la madrugada en el aparcamiento de Plaza Universidad, uno de los mayores centros comerciales de la capital mexicana. Minutos después, la ciudad, con un tráfico ya en descenso, se convirtió en un ir y venir de coches policiales, bomberos y ambulancias con sus destellos de luces y sirenas.
La bomba de Plaza Universidad fue colocada en un taxi de color amarillo cuyo propietario había denunciado horas antes su robo. El estruendo se escuchó en toda la Delegación Benito Juárez, que es donde está ubicado este centro comercial y su aparcamiento, así como en barrios alejados del área, como Coyoacán. Algunos vecinos llegaron a hacer llamadas de auxilio creyendo que la explosión se debía a una catástrofe natural. La onda expansiva afectó a la estructura del edificio, que resultó gravemente dañada y alcanzó a otros cuatro automóviles. Al menos 20 comercios resultaron dañados, entre ellos un restaurante.
El coche que portaba la bomba fue levantado por la explosión al menos unos 20 metros, quedando reducido a chatarra. Esta madrugada, la policía seguía sin precisar el tipo de explosivo empleado. Tampoco se informó sobre si el coche fue accionado a distancia o mediante un sistema de relojería.
Lo que desde un primer momento se barajó, al igual que ocurrió días pasados con la forma en que se desenvuelve la guerrilla en Chiapas, es con la hipótesis de que este tipo de acciones es imposible que se ejecuten en México si no hay por medio un adiestramiento extranjero. Fuentes policiales advirtieron un "cierto tufillo" a ETA en este coche-bomba. La organización terrorista vasca tampoco ha escapado a la sospecha de estar detrás de lo que está ocurriendo en Chiapas, al menos en lo que se refiere a activistas que merodean por la zona, aunque no como organización.
"Esto no es una locura", aseguraba un miembro de Interpol consultado por EL PAÍS. "Hemos detectado similitudes entre ciertas acciones terroristas perpetradas en el País Vasco y otras de la antigua guerrilla salvadoreña. Está claro: parte de los campos minados del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional tenían el sello de un conocido activista etarra que se supone anda aún por la región. Por eso no se descarta que esta gente, al igual que suele andar por Nicaragua o Guatemala, pueda estar ahora por México, máxime con los fácil que es entrar en este país".
Llamamiento a la calma
El regente de Ciudad de México, Manuel Aguilera Gómez, hizo ayer un llamamiento a la calma y algunas emisoras de radio enviaban mensajes tranquilizadores a la población. "Este tipo de acciones tienen como objetivo crear el desconcierto y desasosiego en la población. Por eso creo que la gente debe de mantenerse serena y reflexiva de lo que está sucediendo y no ser víctima del objetivo que persiguen los desestabilizadores: el impacto sicológico", dijo Aguilera Gómez.
El coche-bomba de México coincidió con nuevos combates entre el Ejército y la guerrilla zapatista en Chiapas. En una de las operaciones militares de ayer, según informó el Ejército, las tropas regulares evitaron varias acciones de sabotaje contra torres eléctricas y repetidoras de televisión, esto último en el cerro de Huitepec. Hasta el momento, según el parte militar, han muerto 61 rebeldes y 8 militares, cifras estas que no sólo no coinciden con los más de 400 muertos que baraja la Iglesia sino que inducen a la sospecha de que la mayoría de los muertos del 1 de enero hasta ahora es gente civil inocente.
Ocho días después de la sublevación, la estrategia de, la milicia zapatista ha cambiado por completo y de los combates encarnizados de los primeros días se ha pasado a la guerra de guerrillas, con la ventaja para los insurgentes de que las acciones se desarrollan en zonas montañosas y selváticas que conocen mejor: ellos que la tropa expedicionaria de 12.000 hombres enviada para aplastar el alzamiento.
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