Un declive económico sin freno
La situación económica y social de Cantabria se caracteriza por un declive que no ha cesado en los últimos años. Desde 1985, el crecimiento de la riqueza regional cántabra ha sido el más bajo de todas las comunidades autónomas españolas, a excepción de Asturias.El Producto Interior Bruto (PIB) por habitante de Cantabria, un total de 1.426.991 pesetas, está por debajo de la media española y en los últimos tres lustros los cántabros han descendido nueve puestos, del 151 al 240, en la clasificación por comunidades por lo que respecta a este indicador económico. En Cantabria había 34.067 parados en noviembre del año pasado, según los datos del Instituto Nacional de Empleo (Inem). La tendencia del crecimiento del empleo se invirtió en Cantabria a lo largo de los años ochenta y la tasa de paro ya supera la media nacional.
Para Cantabria fue especialmente duro el trance de la incorporación de España a la Comunidad Europea. La adaptación a las reglas de la competencia en la ganadería europea ha golpeado de forma especial a esta región: en 1985 había 18.000 explotaciones ganaderas y en 1992 sólo quedaban 3.800. En Cantabria se dedicaban a la producción de lácteos un total de 11 empresas en el año 1980, y en 1990 sólo había seis.
La deuda
El presupuesto del Gobierno cántabro en 1993 ascendió a 50.000 millones de pesetas, mientras que la deuda de la región es de 90.000 millones de pesetas. Es éste el dato económico más conocido de Cantabria y el más resaltado de la gestión de Juan Hormaechea, que con su política de vistosas obras públicas ha conseguido popularidad y endeudamiento a partes iguales. Las costes de las obras de carreteras hechas por la Diputación Regional de Cantabria han sobrepasado en muchos casos las cantidades presupuestadas. Esta región lleva varios anos con el dudoso honor de ser la de mayor nivel de endeudamiento de las 17 comunidades autónomas españolas.
Cuando Hormaechea abandonó el cargo de presidente regional tras una moción de censura presentada en diciembre de 1990 se conoció buena parte de la deuda acumulada, saliendo a la luz el recurso a fórmulas como el leasing (alquiler con opción a compra) para adquirir bienes, de forma que se evitaba el control de la Asamblea.
La creación del parque natural de Cabárceno quedó también al margen de ese control parlamentario, pese a la cifra de 6.304 millones de pesetas que fue pedida por la Diputación Regional a entidades financieras. La deuda de Cantabria es inmanejable para la Comunidad e hipoteca de manera importante su desarrollo futuro.
La política de Hormaechea de grandes gestos no ha reparado en gastos a sabiendas de los créditos electorales que le reportaría. La Diputación. de Cantabria compró, por ejemplo, un helicóptero en 1989, que ha prestado servicios en operaciones de rescate y se ha utilizado para los desplazamientos de Hormaechea. La financiación del aparato costará a Cantabria 1.883 millones de pesetas en los diez años posteriores a su compra.
En el campo político, las elecciones del pasado 6 de junio volvieron a arrojar el reparto de escaños que viene repitiéndose en la Comunidad desde 1982: tres escaños para los socialistas por dos ara los populares. El Partido Popular salió claramente perjudicado por la comparecencia de Juan Hormaechea a las urnas con una lista propia, lo que motivó su definitiva expulsión del PP. La lista de la Unión para el Progreso de Cantabria (UPCA), la formación de Hormaechea, logró en junio 27.056 votos, frente a 121.858 de los socialistas y 121.610 de los populares.
El propio Hormaechea concurrió a las elecciones al Senado, con la evidente intención de que su procesamiento pasase a depender del Tribunal Supremo, dado el fuero de que disponen los miembros de la Cámara alta. Quedó séptimo, tras los tres candidatos socialistas y los otros tantos populares.
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