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Los Reyes Magos van a la facultad

40 estudiantes recogen, reparan y distribuyen juguetes para los niños acogidos en centros asistenciales

Antonio Jiménez Barca

Si alguna vez existió la factoría de los Reyes Magos debió de tener un aspecto parecido al que presenta en estos días el aula 13 de la Escuela Superior de de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid. Juguetes por el suelo -cinco toneladas hasta la fecha-, cartas que llegan directamente del corazón de los niños, reparadores de juegos, cientos de envoltorios, líos de direcciones, actividad febril porque la fecha mágica se avecina... La campaña de recogida terminará mañana, pero la labor de los futuros ingenieros no finalizará hasta el mismo día 6 de enero.Desde hace hace 10 días, 50 estudiantes se agolpan en el aula convertidos en réplicas de Melchor, Gaspar y Baltasar; no sólo se encargan de recoger, reparar y envolver los juguetes que sus compañeros les aportan, las cartas llenas de peticiones -algunas imposiblesque les llegan de esos mismos niños sin padres. También preparan la entrega de regalos -que también harán ellos para el día 6 de enero en diversos centros de acogida de niños sin padres. Son unos Reyes Magos competentes que que atenderán todas las peticiones. En la medida de sus posibilidades.Publicidad en el 'campus'

Les han ayudado otros 26 universitarios de la Facultad de Biología, que también organizaron su propia campaña de Navidad. Pero la verdadera coz laboración procede de la gente que se ha acercado conjuguetes, aunque estén rotos. No hay problema: en la habitación 13, los estudiantes se encargarán de repararlos. Julia, de 23 años, lo mismo recomponía muñecas que reparaba radios: "También me he ocupado de lavar los vestidos de las muñecas, porque algunos llegan asquerosos" comentaba.

La labor de los estudiantes empezó con la publicidad. En los primeros días de la campañía, allá por el 12 de diciembre, que termina mañana, repartieron octavillas a la salida de la estación de metro de Ciudad Universitaria. Eran unos papeles de color verde chillón que animaron a sus compañeros universitarios a acercarse con juguetes.

Del vicerrectorado de alumnos de la Politécnica han obtenido 100.000 pesetas, que han gastado en carteles de promoción y en pilas. Lo de los carteles lo explica la propaganda; las pilas son vitales porque muchos de los juguetes son eléctricos y vienen sin batería. Estos Reyes Magos contemporáneos saben que no pueden entregar a los niños nada que no funcione igual que cuando se anuncia en televisión.

Los estudiantes garantizan también que no se repartirán ni siquiera rompecabezas incompletos. En el equipo hay quien se dedica, con una paciencia de santo, a recontar las piezas o a reconstruir la imagen para que el niño no se lleve una mala sorpresa. "Aunque parezca mentira, no es tan aburrido como parece", decía ayer Julia, también ocupada en eso. En estos tiempos no basta, para oficiar de Rey Mago, con ser bueno y generoso; también hay que ser competente.

Cuando los juguetes están reparados, se envuelven. Y no en un papel cualquiera. Faltaría más. El papel no será de regalo tampoco, sino, en la mayoría de los casos, transparente, para que se sepa bien qué contiene el paquete. "Y siempre con un adorno", comentaba ayer Ana, de 22 años.

Los alumnos saben, en muchas ocasiones, las preferencias y los gustos de los chiquillos. Los educadores de algunos centros de recogida de menores, que ya conocen la labor de los estudiantes de anteriores ocasiones -esta campaña cumple su sexta edición-, saben ya que una de las direcciones de los Reyes Magos para los niños sin padres es la de la Facultad de Ingenieros Agrónomos.

Reparar los juguetes es un trabajo en equipo: hay quien se encarga de dar vida a los ingenios mecánicos o a los coches que no ruedan. Otros van a por las muñecas, y las lavan, las visten y las peinan. Algunas chicas han tomado para sí la labor de los peluches ("una infinidad", según uno de los organizadores) para quitarles las capas de mugre.Con barbas y sin vaqueros

El proceso de recogida está a punto de terminar. No así el de reparación, limpieza, embalaje y distribución. Esta última labor tendrá dos partes: el día 24 y el día 6. Y, para que nada falte a la hora de entregar los juguetes en los centros, los futuros ingenieros se quitarán los jerseys de pico y los pantalones vaqueros y se colocarán la ropa de gala: las barbas y todo eso que llevan los Reyes Magos cuando no trabajan en el almacén.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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