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GUERRA EN LOS BALCANES

"Tengo pesadillas de torturas y muertes"

Refugiados musulmanes liberados del campo de prisioneros croata de Dreteli relatan el horror de su cautiverio

La guerra en Croacia, primero, y en Bosnia, después, eliminó de un plumazo la presencia de turistas en las islas de la costa dálmata. La fisonomía de sus pobladores ha cambiado y hoy la mayoría de hoteles y complejos turísticos están repletos de refugiados. Al sur de la costa, entre Split y Dubrovnik, se encuentra la pequeña isla de Badija, la más bella del archipiélago de Korcula. Cubierta de cipreses, pinos y olivos, la única edificación de la isla es un monasterio franciscano del siglo XIV, con un claustro espectacular construido en 1477. El monasterio alberga actualmente a 108 antiguos prisioneros musulmanes de los 519 liberados en condiciones deplorables el 24 de septiembre del centro de detención croata de Dretelj, al sur de Mostar.Las imágenes de aquellos presos esqueléticos mostraron al mundo el horror de la guerra de Bosnia-Herzegovina, Era como ver a las víctimas de un campo de concentración nazi en la II Guerra Mundial. La única diferencia es que las imágenes eran de vídeo grabadas en 1993. Tres meses después, aquellos hombres destrozados física y psíquicamente han recuperado su peso en el monasterio de Badija, pero las huellas de Dretelj son imborrables en sus rostros. Son oficiosamente refugiados bajo el control del Gobierno de la República de Croacia.

Ivo Tedeski realiza en su pequeña barca de pesca el trayecto de 20 minutos entre las islas de Korcula y de Badija. Explica que durante el periodo de entreguerras en el monasterio hubo una escuela dirigida por los monjes. "En etapas posteriores hubo un cuartel militar, un reformatorio para delincuentes jóvenes, un centro de formación deportiva y, hasta 1991, un hotel. Los últimos huéspedes fueron checos. Desde comienzos de la guerra, los únicos moradores son refugiados".

Sin agua ni comida

La llegada de la pequeña embarcación a la isla despierta una gran expectación. Pocos visitantes llegan ahora a Badija, a excepción de los representantes del Alto Comisionado de la ONU para Refugiados (ACNUR). ¡Un periodista! Todos quieren hablar, contar su tragedia particular. Rápidamente organizan una sala del monasterio como si se tratara de una conferencia. Todos estaban en las filas del Consejo de Defensa Croata (HVO) en Herzegovina occidental, cuando todavía musulmanes y croatas combatían juntos contra los serbios. La alianza se rompió y hoy son enemigos encarnizados. Ibrahim, de 30 años, actúa como portavoz. "A partir del 1 de julio comenzaron a arrestarnos. Nos exigieron entregar las armas y fuimos trasladados en camiones al campo de Dretelj. Allí empezó el sufrimiento. ¿Por qué? Porque somos musulmanes".

"Pasé tres días sin agua ni comida. Ocho días encerrado en un túnel sin ventanas junto a otros 60 hombres. No se podía respirar. Me quitaron todo lo que tenía: dinero, documentos, ropa. Las amenazas eran constantes. A menudo disparaban sus fusiles contra la pared. Un compañero recibió un balazo y tras cinco días desangrándose murió sin recibir ninguna atención. Siempre había un grupo de entre 40 y 100 presos en situación de total aislamiento. Cuando venía la Cruz Roja Internacional, los ocultaban en camiones y luego volvían a encerrarlos". Ibrahim cuenta que en Dretelj "había hombres de todas las edades, entre los 16 y los 80 años, militares y civiles".

Senad, de 39 años, recuerda que sólo llegar a Dretelj le quitaron el uniforme del HVO y le dieron "uno de los chetniks, para humillarnos". Los presos estaban repartidos en cinco túneles a más de 20 metros bajo tierra. "No existían el día y la noche. Hacía un calor sofocante y teníamos que dormir desnudos sobre el uniforme. A veces estábamos tan hacinados que no había espacio para tumbarse. En una hora se producían 50 desmayos". Se les obligaba a comer a toda velocidad, con 30 cucharas para 500 personas, una sopa hirviendo, que les provocaba llagas en los labios y lengua.

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Edi, de 26 años, nació en Stolac. Acabó los estudios de ingeniería y se casó. Cuando empezaba a vivir comenzó la guerra. "Lo perdí todo en un día. Tuve que dejar mi casa. Toda mi vida cupo en una bolsa de plástico. Dretelj es la peor experiencia de mi vida. No creo que pueda haber algo peor. Perdí 23 kilos". Edi pasó muchos días totalmente aislado. Como todos, padece las consecuencias de Dretelj. Lesiones en las rodillas y los huesos y serios problemas psicológicos. La tentación del suicidio le acosa constantemente. "Sólo espero irme de aquí y empezar una nueva vida con mi familia. A Espafía, a ser posible". Su mujer está en Zenica, su madre y una hermana cerca de Mostar y su padre en Jablanica.

Senad, de 25 años, estuvo un año en las filas del HVO y luego 84 días en el campo de Dretelj, en un túnel donde no había lavabos. Un mes después de su detención, comenzó la limpieza étnica de los croatas en su localidad natal, Stolac. Toda su familia fue expulsada. Ahora vive en, un refugio de Mostar este. "Físicamente me encuentro bien. Tengo algunos traumas. Me cuesta mucho dormir, porque me invaden pesadillas de torturas y muertes. Dretelj nos ha marcado a todos".

Las horas transcurren lenta

"Tengo pesadilllas de torturas y muertes"

mente en Badija. Los refugiados juegan a cartas, ven la televisión o pasean junto al monasterio, aunque no pueden moverse por la isla, a pesar de estar deshabitada. Dos horas al mes pueden ir a Korcula, siempre y cuando la policía croata facilite la correspondiente autorización. Junto al monasterio hay un polideportivo al que tienen prohibida la entrada. "Nos sentimos prisioneros en un 80%. Más que una cárcel es la sensación de aislamiento", dice Enver, de 27 años.Cuatro agentes de la policía croata se encargan de la custodia de estos antiguos prisioneros de Detrelj. "No pueden moverse con mayor libertad por su propia seguridad. En Korcula hay muchos refugiados croatas de Bosnia que acusan a los musulmanes de haber quemado sus casas. Tenemos que evitar posibles incidentes", dice uno de los policías. Incidentes que ya se produjeron al principio, cuando el HVO propagó la idea de que los refugiados musulmanes eran muyahidin y asesinos.

"No queremos combatir"

"No queremos volver a combatir. Para nosotros la guerra ha terminado. Ya hemos tenido dos años de guerra. Es suficiente", repiten los refugiados de Badija. Sus guardianes croatas no están tan convencidos de ello y aseguran que cuando los informativos de la televisión dan cuenta de algún revés militar del VIVO en Bosnia, en las salas del antiguo monasterio resuenan los aplausos y los gritos de euforia.

Según estimaciones del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), hay unos 5.000 prisioneros musulmanes en poder de las fuerzas croatas en distintos campos de Herzegovina y Bosnia central. Gabela, el aeródromo de Mostar, Listica, Detrelj, CaplJina, Grude, Ljubuski, Otock, Doljani y Sobici son los centros que el CICR tiene registrados. Por su parte, la Armija (Ejército bosnio de mayoría musulmana) mantiene cautivos a unos 1.500 croatas, esencialmente en Jablanica, Zenica, Tuzla y Bugojno.

El ACNUR tiene dos centros de acogida de ex prisioneros musulmanes en Samudrija (Istria) y Gacinsci (Croacia) que no pueden cubrir, ni de lejos, la demanda. Un tercer centro, en Karlovac (Croacia) fue cerrado tras ser bombardeado. "Al principio, los refugiados musulmanes eran bien tratados en Croacia, pero cuando empezaron los combates entre el HVO y la Armija la situación cambié radicalmente. Amenazas, incidentes, asaltos de casas y atentados se producen a menudo. Muchos refugiados huyeron", explica Rita Reddy, oficial de protección de la oficina de ACNUR en Dubrovnik, para quien las mayores atrocidades en campos de detención han sido cometidas por los serbios.

Ciento veinte de los 319 prisioneros de Dreteli que llegaron a Badija el 24 de septiembre fueron trasladados a EE UU la semana pasada. Otros 91 están en Dinamarca. Las autoridades norteamericanas se han comprometido a acoger a 10. 000 refugiados musulmanes durante el próximo año. Una delegación de la oficina de inmigración de EE UU visitó recientemente la isla de Badija para examinar la situación de los ex combatientes musulmanes. Alemania y Dinamarca han acogido a 300.000, Suecia a 80.000 y Croacia a 250.00V.

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