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Un grupo de autores de Sarajevo filma la realidad de una ciudad cercada

El SAGA ofrece a Europa imágenes cotidianas de una calle azotada por la guerra

ENVIADO ESPECIALUn cirujano del hospital Kosevo, una mujer que sobrevive vendiendo tabaco en el mercado negro, un grupo de niños cortando leña, un soldado que pasa cuatro días a la semana en la primera línea del frente, un bombero cuyo camión está repleto de balazos, un joven guitarrista enamorado del rock que sueña con continuar sus estudios de música en Estados Unidos, un inválido que perdió las piernas en la cárcel... Todos ellos viven en la calle Hajduk Veljkova, en pleno centro de Sarajevo. A través de los vecinos de esta calle, el Grupo de Autores de Sarajevo (SAGA) muestra día a día la realidad de los que padecen la guerra en la capital bosnia, en un revolucionario proyecto de televisión.

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Desde el 8 de noviembre de 1993, el SAGA graba y edita diariamente un retrato de la actividad cotidiana de uno de los habitantes de la calle, de dos minutos de duración, que es transmitida vía satélite a varias cadenas de televisión. WPIX y Tribune Chanels (Estados Unidos), TV France (Francia), BBC2 (Reino Unido) y la televisión danesa emiten estas piezas inmediatamente después de su informativo de la tarde. El programa, bajo el título Sarajevo, una calle bajo el asedio, es coproducido por la empresa francesa Point du Jour, la BBC británica y el SAGA, y cuenta con la participación de la cadena francesa ARTE. La fundación norteamericana SOROS apoya financieramente al proyecto, que se emitirá hasta el 31 de marzo."La calle es una metáfora, no sólo de Sarajevo, sino de toda Bosnia-Herzegovina. En ella encontramos una diversidad de gentes, como siempre ha sido en nuestra república", explica el cineasta Ademir Kenovic, alma del SAGA junto a Ismet Arnautalic, antiguo redactor jefe de la televisión de Sarajevo y compositor musical.

Cada dos semanas cambia el director, que es quien elige los temas a realizar, a propuesta de un productor-investigador. "Quiero enseñar que esta gente es como nosotros. Que están muy cerca de España o Francia en su manera de ser y pensar. La única diferencia es que les ha tocado vivir bajo una guerra salvaje", dice Jean-Jacques Vergé, actual director de los episodios de Sarajevo, una calle bajo el asedio. Al final del primer mes de trabajo, el SAGA organizó una proyección de todo el material grabado para los vecinos de la calle Hajduk Veljkova.

Unas 40 personas de todas las nacionalidades trabajan en el SAGA. Más de la mitad son antiguos y actuales alumnos del instituto de cine de Sarajevo, que trabajan como voluntarios. Forman parte del SAGA la mayor parte de los cineastas de la ciudad, así como un buen número de escritores, poetas, pintores y otros artistas. El grupo tiene sus orígenes en 1980, pero no adopta el nombre actual hasta 1990. Desde el comienzo de la guerra en Bosnia-Herzegovina, los equipos del SAGA, sin acreditaciones de prensa ni chaleco antibalas o vehículos blindados, tomaron las calles de Sarajevo detallando día a día el pulso de la ciudad asediada. En total, más de 150 horas de material en bruto.

A pesar de las difíciles condiciones bajo la guerra, el SAGA prepara dos largometrajes: La ciudad prohibida, dirigido por Ademir Kenovic y guión del escritor Abdulá Sidran, y La ruleta bosnia, dirigido por Mirza Idrizovic. Junto a la producción, el SAGA es también un centro de formación de futuros cineastas a través de seminarios dirigidos por profesores y directores de cine. "Más que una productora de cine y vídeo somos un movimiento abierto para revolucionar el pensamiento. En 1968 fue París, luego vino Berlín. Ahora es Sarajevo", dice Kenovic. "Queremos ayudar a la gente a sobrevivir y mostrar al mundo lo que ocurre aquí. Cómo vivimos, cuál es nuestra posición multicultural, multiétnica y multirreligiosa. Somos un grupo de gente que cree que podemos vivir como lo habíamos hecho hasta la guerra", señala Ademir Kenovic.

La guerra cerró la prolífica industria cinematográfica yugoslava. La mayoría de realizadores abandonó el país, pero Kenovic decidió permanecer en su ciudad, incluso después de que su madre muriera en mayo de 1992, cuando un proyectil disparado por un tanque serbio estalló en el salón de su apartamento. Junto a un grupo de colegas y estudiantes de cine, fue capaz de llevar a cabo su compromiso de reflejar en imágenes "el proceso agonizante" del impacto de la guerra en su patria, trabajando con equipos rudimentarios, sin apenas electricidad, con cintas de vídeo recicladas y con unos pocos metros de película. Con creatividad -"la escasez o la pobreza es la madre de la invención", dice-. "No son los serbios, como tales, los culpables de lo que ocurre aquí, sino los halcones de todos los bandos, los nacionalistas extremistas. Tenemos la gran oportunidad dé estar en un campo de concentración y poder contar lo que ocurre desde dentro".

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