Una olla a presión

Los sindicatos asturianos han advertido en las últimas semanas al Gobierno socialista regional de la posibilidad de una "explosión social" en Asturias en 1994, en expresión del secretario regional de UGT, Eduardo Donaire. Para el dirigente ugetista, "al Gobierno regional se le está acabando el tiempo", y la tasa de paro en la región empieza a ser "dificilmente soportable".Emilio Huerta, secretario general de CC OO en Asturias, opina también que "se está acabando la tregua que hemos concedido al nuevo Gobierno regional". Huerta ha anunciado que, de no corregirse la situación, "la conflictividad va a ser la más fuerte que se haya conocido". En la memoria reciente está la huelga general que paralizó Asturias el 23 de octubre de 1991 o las seis huelgas generales que ha vivido desde mediados de ese año la comarca minera del valle del Nalón.

Aquella huelga general quiso ser una llamada de atención al Gobierno central sobre la crisis asturiana y una protesta contra el desmantelamiento industrial. Tres meses después, en enero de 1992, el Consejo de Ministros aprobaba un Plan de Dinamización específico para Asturias que trataba de atender aquel clamor, admitiendo así la singularidad del caso asturiano.

Se trataba fundamentalmente de actuaciones en obras públicas e infraestructuras (para corregir la insuficiencia histórica en una región eminentemente montañosa), en formación profesional y en incentivos a la inversión. Casi dos años mas tarde, y acometidas no pocas de aquellas inversiones (que si ya estaban programadas de antemano, el Plan de Dinamización permitió acelerarlas), la sensación y constatación del declive permanece.

El nuevo presidente asturiano, Antonio Trevin, ha recorrido en los últimos meses uno a uno todos los despachos ministeriales en busca de soluciones. Pero el grave déficit público en un momento dificil de la economía española, permiten abrigar escasas esperanzas para los milagros.