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La 'Iuna de miel' entre De Klerk y Mandela marca la entrega en Oslo del Premio Nobel de la Paz

La entrega ayer en Oslo del Premio Nobel de la Paz al presidente surafricano, Frederik W. de Klerk, y al presidente del Congreso Nacional Africano (ANC), Nelson Mandela, sirvió para que ambos líderes dejaran patente las excelentes relaciones que mantienen y pasaran revista al largo trecho que ya han recorrido en el desmantelamiento del apartheid. Para el líder del ANC, las próximas elecciones en Suráfrica supondrán el fin de cinco siglos de colonialismo en el continente. De Klerk, por su parte, hizo un canto al mercado libre como generador de las libertades formales.

"Hace cinco años la gente hubiera puesto en duda la salud mental de cualquiera que hubiera predicho que el señor Mandela y yo recibiríamos conjuntamente el Premio Nobel de la Paz", dijo De Klerk. Y añadió con una sonrisa cómplice hacia el líder del ANC, sentado a la derecha del estrado: "Aquí estamos". Tras un silencio siguió: "Somos oponentes políticos, tenemos fuertes desacuerdos en muchas cuestiones claves y pronto lucharemos en una dura campaña electoral. Pero lo haremos, creo, en el marco de paz que ya ha sido establecido".El calor profundo de las voces del grupo Ladysmith Black Mambazo, que interpretó a capella varias canciones entre discurso y discurso, y el exuberante colorido de sus camisolas, contrastaban con la gélida mañana de la capital noruega. En presencia del rey Harald y la reina Sonia, la primera ministra, Gro Harlem Bruntland, y del presidente del comité noruego del Nobel, Francis Sejersted, De Klerk y Mandela recibieron la medalla de oro y el diploma que corresponde al premio.

Ya en la noche del jueves, en la tradicional cena privada que otorga el comité a los premiados, los comentarios de la prensa noruega y de medios diplomáticos se centraban en las excelentes relaciones que existen entre los dos políticos y el especial sentido del humor que destila su conversación. En la sala central del Ayuntamiento de Oslo, Sejersted, sin embargo, tuvo que recordar que ambos políticos han salido "de puntos de partida extraordinariamente alejados, el uno en el lado de los opresores y el otro en el de los oprimidos", pero que ambos han tomado la iniciativa "para romper el círculo vicioso en el que se encontraba su país".

En la ceremonia de entrega, Mandela precedió en su discurso a De Klerk rompiendo el protocolo, ya que su categoría de jefe de Gobierno le concedía una teórica prioridad que los organizadores no consideraron.

El líder del ANC no tuvo reparos en reconocer explícitamente en su discurso la aportación de De Klerk quien, dijo, "tuvo el coraje de admitir la terrible equivocación que se había hecho en nuestro país" y la perspectiva suficiente para entender y aceptar que toda la gente de Suráfrica debe, a través de negociaciones y en igualdad de condiciones "determinar qué es lo que quiere hacer con su futuro".

De Klerk, además de referirse igualmente al momento presente y a los ya citados temas de la reconciliación y la paz, pareció querer apuntar a un futuro cercano y preciso. Hizo, por ejemplo, una apología de la economía de mercado y del crecimiento económico, indicando que los grandes cambios acaecidos en Suráfrica tienen su auténtico origen en el desarrollo económico, "que transforma las sociedades y presiona sobre los sistemas políticos y constitucionales arcaicos, sean de derechas o de izquierdas".

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