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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Al alcance de la mano

MAÑANA PODRÍA quedar definitivamente eliminado en Ginebra el principal obstáculo a la conclusión de la Ronda Uruguay de negociaciones en el seno del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). El acuerdo alcanzado la semana pasada entre los representantes de EE UU y la Unión Europea (UE) en materia agrícola es un sólido precedente para el resto de las negociaciones. Desde la base de ese acuerdo parcial será más fácil alcanzar una conclusión general positiva antes de la fecha límite del 15 de diciembre. Si así fuera, desaparecería la amenaza más seria que hoy existe sobre la economía mundial.Difícilmente puede minimizarse la significación de los avances habidos. La revisión del acuerdo de Blair House, suscrito entre la CE y EE UU hace poco más de un año y en el que se establecían reducciones graduales en los subsidios a la exportación agrícola, se había convertido en el principal obstáculo al éxito de esa ronda de negociaciones sobre la liberalización del comercio mundial y en un serio factor de perturbación de las relaciones entre los propios países comunitarios. Francia parece haber reducido su oposición a este acuerdo, que, insistía, cuestionaba las líneas de reforma de la Política Agrícola Común (PAC). Estados Unidos, por su parte, ha admitido la posibilidad de revisar o reinterpretar algunos de los términos de ese acuerdo.

El acceso a los mercados de la industria audiovisual, la liberalización de los servicios marítimos y la preservación de las leyes antidumping en EE UU son capítulos en los que hasta ahora no ha sido posible el acuerdo y sobre los que no existe garantía de avanzar tan rápidamente como la semana pasada. Es cierto, como han destacado los representantes europeo y estadounidense, Leon Brittan y M. Kantor, respectivamente, que "nada será acordado hasta que exista un acuerdo sobre todo". Lo ya conseguido podría echarse por la borda si la flexibilidad no está presente en las áreas de negociación que se abordarán a partir de mañana.

Un acuerdo suficientemente amplio entre la UE y EE UU contribuiría decisivamente a flexibilizar las posiciones del resto de países en la ronda de negociaciones y, en definitiva, a asentar las relaciones comerciales en los próximos años sobre bases más amplias y menos inciertas que las que han presidido estos siete largos años durante los que se ha prolongado la Ronda Uruguay. De su favorable conclusión dependen esos aumentos en el comercio mundial y sus efectos inducidos sobre el crecimiento económico que prevén la secretaría del GATT y la OCDE para los próximos años.

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Siendo importantes los beneficios que depararía la conclusión de la Ronda Uruguay, son las consecuencias de un eventual fracaso las que más presentes están en el ánimo de los negociadores. Llegar al día 15 sin acuerdo no equivaldría a la mera prolongación de la interinidad en que han estado sumidas las relaciones comerciales internacionales. Más probable sería la apertura de un escenario en el que, arraigara el nacionalismo económico y emergieran mecanismos proteccionistas. Esto, añadido a los actuales perfiles recesivos de la mayoría de las economías industrializadas, determinaría una situación de imprevisibles consecuencias bajo la creciente amenaza de guerras comerciales.

Nunca desde el final de la II Guerra Mundial -desde la Conferencia de Bretton Woods y la posterior de Ginebra, que dio origen al GATT- ha sido tan necesaria la superación de las diferencias que separan a EE UU y la Europa atlántica, los progenitores de ese nuevo orden económico internacional que nació amparado en los principios del libre comercio y en su extensión al resto de las naciones. Un centenar largo de ellas esperan en Ginebra el ejercicio consecuente de aquella pedagogía.

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