Las paradojas de la EPA
¿Cuantos parados no dicen la verdad?
Pero, ¿de verdad hay 1545.950 parados en España? La pregunta es una constante entre los responsables de la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE), que son los primeros en dudar de la cifra y subrayan que sólo el 9,7% de los parados se consideran "pobres"; es decir, creen que están situados por debajo de lo que ellos mismos opinan que es la línea de la pobreza. Si en España hubiera tantos parados como indica la EPA este país no podría soñar con entrar en una Europa unida: eso vino a decir en mayo el presidente de la Comisión de la CE, Jacques Delors. Un estallido social sería inevitable si los subsidios no paliaran el problema: los perciben el 75% de los parados que tienen derecho a esa asistencia, porque anteriormente han tenido un trabajo remunerado. Son cerca de dos millones de personas. La media de las percepciones está en torno a las 65.000 pesetas mensuales. Otro paliativo es la economía sumergida, cuyas dimensiones se desconocen pero que podría estar creciendo al calor de la actual crisis económica y no precisamente en los sectores -el calzado o el textil, por ejemplo- en los que se extendió al final de la década de los setenta.La solidaridad familiar es fundamental: el 35% de los parados son jóvenes de menos de 25 años. La mayor parte de ellos vive con sus padres. La economía familiar se resiente gravemente del problema: pero ésas son las condiciones de supervivencia de buena parte de ese 25% de hogares españoles en los que hay, al menos, un parado. La EPA no es, sin embargo, la crónica trimestral de un drama humano, sino una fría investigación que trata de cuantificar el número de personas que quieren entrar en el mercado de trabajo, o volver al mismo, y no lo consiguen. La EPA es la única información válida al respecto.
Un total de 64.000 hogares españoles reciben trimestralmente la visita de un encuestador. La cumplimentación del cuestionario dura cerca de una hora. El hogar seleccionado participará 6 veces (es decir, durante 18 meses) en la encuesta. Luego será sustituido por otro. Es preciso que, al menos, uno de los miembros del hogar, pero basta con uno solo, conteste a las preguntas para que la encuesta sea válida. Surge aquí una primera cuestión: ¿está en condiciones la persona que contesta de responder con precisión a preguntas que afectan a otros miembros de su familia? ¿Sabe la madre el número de horas que trabaja su hijo? Sin duda, muchas veces sí, pero probablemente no siempre. La pregunta clave de la EPA es la siguiente: "Además de cumplir el servicio militar, ¿realizó alguna actividad laboral la semana pasada, aunque sólo fuera durante una hora?" Quien diga que no, puede ser un parado: y para do, para la Encuesta, es quien se encuentre en alguna de estas tres situaciones: quien no haya tenido un empleo en la semana anterior; quien haya buscado de una manera efectiva un empleo el mes anterior o quien esté disponible para trabajar en las dos se manas siguientes: cruzando las respuestas se llega al resultado final.
¿Engañan los encuestados? "El gran problema de las estadísticas españolas, que no tienen nada que envidiar a las mejores del mundo, es que los ciudadanos no tienen la necesaria conciencia cívica de lo importante que es inforinar", según el veterano estadístico Julio Alcalde. El problema está en que es imposible saber cuántos no dicen la verdad. La comparación de los datos de la EPA con los del Registro de parados del Inem no lo resuelve. En junio de este año la encuesta del INE daba 890.000 personas en paro más que el citado registro. Problemas metodológicos explican, en parte, esas diferencias: el Inem no computa como parados a los estudiantes menores de 25 años, aunque busquen trabajo, y asegura que son 293.768 personas. Ni tampoco computa a los trabajadores eventuales agrarios que tengan un subsidio (los del Plan de Empleo Rural). La EPA, lógicamente sí: y en junio eran 298.902. Ello aclara parte de las diferencias. Pero, además, ¿no engañan también los que se inscriben en el registro? Hasta hace cinco años sus cifras eran superiores a las de la EPA y ello, entre otras cosas, porque la inscripción podía dar derecho a percibir becas de formación profesional y otros subsidios. En la actualidad esos incentivos han desaparecido prácticamente. La paradoja es que mientras 3.067.400 parados de la EPA aseguran estar inscritos en el registro, en éste sólo figuran 2.505.600 personas. ¿Qué culpa tienen de ello las mujeres? El crecimiento del paro femenino, que es también consecuencia del espectacular aumento de la población activa femenina que se ha registrado en la última década, es uno de los motivos del incremento del desempleo: un estudio del sociólogo Luis Toharia concluye que en los próximos 10 años tendrían que crearse 2,5 millones de empleos nuevos para atender al crecimiento de la población activa que se derivará también de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. Entre otras cosas, más de la mitad de los estudiantes universitarios son mujeres. La Encuesta de Población Activa contabiliza casi medio millón de paradas más que el Inem. ¿Cuantas de ellas son mujeres que deciden buscar trabajo raíz de que el marido o el padre el hermano se haya quedado o tema quedarse en paro?
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