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LA BATALLA DE SALZBURGO

El placer de la polémica

Para Gérard Mortier, director del Festival de Salzburgo, no existen tabúes en su afán de reformar uno de los eventos musicales más conservadores de Europa, marcado por la maestría y el autoritarismo del desaparecido Herbert von Karajan. El ex director de la ópera de Bruselas, el Theatre Royal de la Monnaie (1981-91), que nació hace 49 años en Gent (Bélgica), ha creado enemigos públicos y admiradores que hacen culto en torno a su figura.Sin disimular el placer que le causa la polémica Gérard Mortier se ha atrevido a vetar a las casas de discos que antes dictaban la programación y ha expresado abiertamente su preferencia por los nuevos talentos frente a las grandes estrellas.

En dos años, Gérard Mortier le ha dado pinceladas de vanguardia al más importante festival de música del mundo y su preferencia por incluir obras contemporáneas en el programa del festival, especializado en Mozart, ha causado las furias del público tradicional del festival de Salzburgo."Si ahora esto no le satisface a alguna gente, es porque no son verdaderos amantes del arte", dijo Mortier en una entrevista concedida a EL PAIS en agosto pasado. "Los verdaderos amantes del arte quieren ser confrontados con las preguntas esenciales de la vida. Yo prefiero que el Festival de Salzburgo desaparezca antes de que sea sólo una forma de entretenimiento".

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Ofendidos

Ya es larga la lista de los ofendidos por la lengua ingeniosa y cáustica de Mortier. Hombre de lengua tan desatada como afilada se atrevió a criticar el sobrepeso de dos divos simultáneamente: "Nuestras puertas son demasiado estrechas para Jessey Norman y Pavarotti". Se ha peleado y reconciliado1 todo siempre de cara al público- con los directores Riccardo Muti y Claudio Abbado. Sin mayores contemplaciones, llegó a declarar que no discutiría con José Carreras porque lo consideraba "un hombre enfermo". Tales afirmaciones le costaron un juicio por ofensas, que perdió. También ridiculizó las exigencias de Norman, a la que tuvo que hacerle un contrato en el que se especificaba hasta el tipo de pañuelos de papel que quería tener a mano.

"Mortier puede ser extraordinario" señala Hans Landesmann, de la dirección del Festival de Salzburgo, "pero debería hacer menos declaraciones públicas, porque ésto nos ha perjudicado una y otra vez".

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