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Instructores de Corcuera para los policías palestinos

A pesar del carisma del personaje, Yasir Arafat, que, junto con Felipe González, dio ayer una conferencia de prensa en el Palacio de la Moncloa, una periodista intentó preguntar al presidente por el tema doméstico del día, la posible dimisión del ministro del Interior, José Luis Corcuera, aprovechando el anuncio de la oferta española de formar a par te de los 10.000 policías palestinos para interesarse por el porvenir de Corcuera. "Hay que reconocer que la pregunta está bien traída", contestó González riendose. "Lo único que se ha planteado entre el presidente Arafat y yo es una cooperación en materia de formación de policías". "La segunda cuestión -la permanencia de Corcuera en su actual cartera- no hemos tenido tiempo de plantearla", añadió.Los primeros agentes de seguridad palestinos ya están siendo entrenados en Jordania y Egipto. González resaltó la importancia para la futura autonomía de Gaza y Jericó de disponer de una policía eficaz porque sólo si la seguridad está garantizada se producirán las inversiones necesarias para el desarrollo. El Ministerio del Interior español tiene cierta experiencia al haber instruido a policías mozambiqueños, salvadoreños, etcétera.

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Como siempre que recibe a un huésped extranjero, González estaba de buen humor. Mientras esperaba el automóvil que le debía conducir al Palacio de la Zarzuela, donde almorzó con los Reyes y Arafat, bromeó con el equipo de la televisión mexicana que le había solicitado una reacción a la aprobación por la Cámara de Representantes de Estados Unidos, ayer de madrugada, del Tratado de Libre Comercio (TLC) con México.

"Hemos ganado anoche", afirmó el presidente refiriéndose al partido de fútbol en el que la selección española derrotó a la de Dinamarca, "y lo del Tratado ha salido bien. ¿Que más queremos?". Los mexicanos querían ir a buscar las cámaras pero González se metió en el coche rumbo a Zarzuela.

Si González se olvidó durante un rato de las dificultades para lograr el famoso Pacto Social, Arafat también parecía contento al alejarse por unas horas de todos aquellos que le critican en el seno de su organización. No paró de sonreir y ya en su coche agitaba la mano despidiéndose a través del cristal de la ventanilla aunque nadie respondiese a su saludo.

¿Pistola al cinto?

No quedó claro si el viejo, como le llaman sus simpatizantes, llevaba al cinto esa pistola de la que sólo ha prescindido en contadas ocasiones. Vestía su tradicional traje verde oliva militar y su cabeza estaba cubierta por la no menos tradicional kefia, el pañuelo de los palestinos.

Arafat fue objeto de una protección especial por parte de las fuerzas de seguridad españolas. Tanto en el Palacio de Viana, dónde se reunió con la delegación de Asuntos Exteriores, como en el Hotel Ritz, dónde recibió a varias personalidades, la policía prohibió aparcar en los alrededores desde primera hora.

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