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Los puertorriqueños votan por mantener su condición de Estado libre asociado a EE UU

Los puertorriqueños decidieron ayer no entregarse totalmente a Estados Unidos como miembro número 51 de su confederación, en contra de lo que pretendía su flamante gobernador Pedro Roselló, y sí mantenerse tal como lo vienen haciendo desde 1952 con esa fórmula mixta que hace posible que la isla sea al mismo tiempo un Estado libre y asociado a la Unión Americana. Esta fórmula, defendida exclusivamente por el opositor Partido Popular Democrático (PPD), no logró la mayoría numérica al situarse en el 49%, pero estuvo por encima del voto anexionista del gobernante Partido Nuevo Progresista. Los independentistas lograron sólo un 4%.

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Dependientes, pero diferentes

El plebiscito celebrado ayer en Puerto Rico, la más pequeña y oriental de las Antillas, no fue vinculante porque cualquier decisión sobre el futuro de la isla depende del Congreso de Estados Unidos. Puerto Rico nunca ha dejado de ser una colonia y el año de 1898 sólo supuso el cambio de la bandera española por la de EE UU, pero como botín de guerra del vencedor sobre el vencido. Todos los derechos conseguidos desde entonces, entre ellos la ciudadanía norteamericana y el Estado libre asociado (ELA), han sido arrancados poco a poco en 95 años de duro forcejeo con la Administración norteamericana.La votación fue muy reñida, tanto que hasta el último momento la diferencia entre unos y otros era mínima. Puerto Rico, pese a seguir siendo colonia, tiene una extraordinaria cultura democrática y sobre el resultado de las urnas, computado por un pulcro Comité Estatal de Elecciones, no cabe discusión.

No obstante, algún que otro anexionista, como el comisionado Carlos Romero Barceló no se creía anoche la derrota. Romero ocupa el puesto de comisionado, una especie de procurador elegido, con residencia en Washington, que anda a la zaga de los senadores y representantes del Congreso norteamericano para que atiendan los problemas de Puerto Rico. "Ya me encargaré yo de decirle a los congresistas que el pueblo lo que quiere es ser americano", repetía anoche.

Distinto fue lo que le ocurrió al gobernador Roselló, que a media tarde tuvo que poner cara de sonrisa y de victoria, algo que contrastaba con los resultados y con su soberbia habitual, porque era tanta la gente congregada con banderas de EE UU en la sede de su partido que era necesario emitir un mensaje de aliento: "El pueblo ha hablado y yo tengo que obedecer. Hemos llegado muy cerca. La responsabilidad es mía", dijo.Roselló fue el gran perdedor porque ha bajado en casi un 15% los votos que había conseguido en las elecciones de noviembre de 1992, en que salió designado. Roselló, pediatra de 48 años de origen mallorquín, ganó las elecciones a gobernador por el 63% de los votos y, en vez de gobernar con mano izquierda, se propuso en un año lo que Puerto Rico ni se había planteado en más de 90: intentar consolidar por decreto el inglés como idioma en un país donde sólo lo habla el 20% de la población y dotar de una nueva estrella a la bandera norteamericana.

Lo primero lo consiguió mediante la mayoría parlamentaria, pero antes se tuvo que tragar una de las mayores manifestaciones celebradas en la historia de la isla en favor del idioma español y de la bandera puertorriqueña. Eso fue en enero y ahora, en noviembre, cuando se cumple un año de su elección, Roselló se acaba de dar un gran batacazo. Anoche justificaba su derrota diciendo que se había dado un paso importante sobre el referéndum de 1967, en que se rechazó la anexión a EE UU por un 60,4% de los votos.

Una jornada tranquila

La jornada electoral se desarrolló muy tranquila aunque sin pasión. Esta llegó con los resultados. Los colegios electorales abrieron a las nueve de la mañana y cerraron a las tres de la tarde, hora en que también se levantaba la Ley Seca. Fue a partir de ese momento cuando los puertorriqueños se tiraron a las calles en busca de sus tradicionales colmados, que empezaron en ese mismo momento a despachar los primeros tragos y las primeras cervezas heladas del día.

Caravanas de automóviles con música de salsa a tope y haciendo sonar las bocinas comenzaron a circular también a esa hora por las calles y avenidas de Guaynabo, Bayamón, Río Piedras, Carolina, Dorado y Trujillo Alto, en el Gran San Juan. Exhibían todo tipo de banderas, aunque las más visibles y espectaculares eran las del tío Sam, exhibidas por los anexionistas. La sorpresa llegó avanzada la noche, cuando se conocieron los primeros resultados. Entonces sólo se veía ya una bandera, más sobresaliente que otra, la puertorriqueña, y se escuchaba un solo grito: "Hemos ganado".

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