Kohl planta cara a la derecha nacionalista
El Bundestag (Parlamento alemán) fue ayer testigo de la profunda división que desgarra a la derecha alemana desde la unificación. Los democristianos (CDU), representados por un Helmut Kohl moderado y europeísta, parecen incapaces de convivir con una rampante derecha nacionalista, de matices claramente populistas, encarnada por el ministro presidente de Baviera y líder de los socialcristianos bávaros (CSU), Edmund Stoiber. La sesión del Bundestag, convocada por el canciller para informar sobre la reciente cumbre europea para intentar acabar con la polémica desatada por el antieuropeísmo militante de Stoiber, solo sirvió para mostrar la enorme distancia que les separa.
El primer ministro bávaro, representante de la tendencia más reaccionaria dentro de su partido y dispuesto a rescatar, a. cualquier precio, el voto que se escapa hacia la extrema derecha, asumió sin el menor pudor los argumentos de un nacionalismo provinciano y populista, reivindicando incluso estos calificativos. "Es evidente para los ciudadanos que el peso de la unificación alemana junto con el acelerado proceso de integración europea excede nuestras posibilidades", dijo. "Nuestros vecinos deben comprender que en una situación histórica excepcional debemos concentrarnos en nosotros", añadió.Stoiber, que pese a no ser diputado había sido invitado a dirigirse a la Cámara, dio así carta de naturaleza a un pensamiento político que se ha mantenido vergonzantemente oculto durante toda la posguerra. Mirando a los bancos de la izquierda, aunque extendiéndose también a los liberales y a algunos democristianos, desafiante, acusó a los diputados de "ridiculizar los justos temores de los ciudadanos" con respecto a la Unión Europea y amenazó con contar a los votantes la supuesta humillación de la que estaba siendo objeto, ofendido tal vez por algunos rumores, risas o comentarios que se dejaron oir en la sala.
En Baviera, la perspectiva de que un avance de los Republikaner, a quienes algunas encuestas llegan a dar un 20%, acaben con la misma existencia de la CSU, no parece dejar más alternativa a estos "hermanos" del partido del canciller Kohl que un viraje descarado a la derecha. Y esto equivale a nacionalismo y antieuropeísmo. Stoiber indicó ayer que "no existe un pueblo europeo, ni hay una lengua europea, ni siquiera un proceso de creación de una voluntad europeísta, ni existirá en el futuro". El político bávaro no escondió sus intenciones. Europa tiene que abrirse hacia el Este, y "desprenderse" de su enfoque excesivamente occidental.
Poco antes, Kohl se había visto obligado a hacer profesión de fe europeísta indicando que su mensaje y el del presidente francés François Mitterrand, es que "Europa progresa", y recordando que el resultado más importante obtenido por Alemania en la cumbre de Bruselas fue la selección de Francfort como sede del futuro Banco Central Europeo, que, según el canciller, es la "prueba convincente" de la confianza que los demás miembros de la CE tienen en los alemanes.
Dos caras de una moneda
"También tenemos que entender las dudas y las preocupaciones de nuestros ciudadanos y tomarlas en serio aunque no tengan fundamento", añadió un Kohl paternal, aunque, dijo, "la reacción contra el supuesto centralismo de Bruselas no puede ser la retirada a los modelos obsoletos de los viejos Estados nacionales". Para el canciller es "vital" la integración de la Alemania unida en una uropa en proceso de unión. "La unidad alemana y la unificación europea son las dos caras de la misma moneda", afirmó Kohl.
El canciller alemán, tras recordar que ayer se celebraba el 75 aniversario del final de la I Guerra Mundial, quiso dejar claro que Alemania "no tiene otra alternativa" a la Unión Europea. "Necesitamos la unión política", añadió, "es mi firme opinión que a largo plazo también será una cuestión de guerra y paz, ya que los malos espíritus del pasado que actualmente están devastando los Balcanes, no han sido expulsados de forma definitiva. Algunos no quieren tomarse esto no serio y consideran que la paz es algo que se da por sobreentendido, algo por lo que ya no hay que luchar. Europa no tiene la culpa de como se está desarrollando la guerra en la antigua Yugoslavia ya que no tiene ni los medios, ni las competencias ni los instrumentos para actuar", añadió el canciller.
El ministro de Exteriores, el liberal Klaus Kinkel, mostró el mismo tono europeísta que Kohl, aunque reconoció que la idea europea aun no ha sido "anclada en los corazones de la gente". En el campo socialdemócrata, las críticas se atuvieron a la tónica habitual, la de la falta de democratización de las instituciones. Para la portavoz del SPD, Heide Marie Wieczorek-Zeul, "las inquietudes de la población son la prueba de que la unidad europea no puede progresar de la manera hasta ahora tradicional, hace falta una mayor democratización de las instituciones".
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