Ofensiva kurda contra intereses turcos en Europa.
El segundo ataque coordinado en menos de cuatro meses afecta a decenas de ciudades de seis países
Grupos de activistas kurdos lanzaron ayer un ataque coordinado contra intereses turcos en decenas de ciudades europeas, especialmente en Alemania. Incendiaron y destrozaron bancos, consulados, restaurantes, agencias de viajes, oficinas de las líneas aéreas turcas y centros culturales por las cuatro esquinas de Europa. A diferencia de lo sucedido en junio pasado, cuando los separatistas kurdos protagonizaron una jornada similar, en esta ocasión no se produjo ninguna toma de rehenes, sólo incendios y vandalismo. Pero, como entonces, la jornada se saldó también con una víctima mortal. Anoche aún no había sido identificado, el cadáver de la persona que se encontraba en el interior de un restaurante de Wiesbaden que fue pasto de las llamas.
La mayoría de los ataques tuvieron lugar en Alemania, donde vive la mayor comunidad kurda -y también turca- de Europa, pero se extendieron también a Gran Bretaña, Suiza, Francia, Dinamarca y Austria. La policía alemana, pese a no contar aún con pruebas, sospecha del Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), muy activo y organizado' en Alemania, que lidera el enfrentamiento que este pueblo sin Estado sostiene contra el Gobierno de Ankara. El ministro de Exteriores alemán, Klaus Kinkel, pidió ayer que se declare fuera de la ley en Alemania al PKK.En toda Alemania se produjeron ayer al menos 35 detenciones, cuatro de ellas en relación con el atentado de Wiesbaden, donde una bomba incendiaria lanzada contra un humilde restaurante turco causó una víctima mortal y cuatro heridos. En el lugar de la explosión se encontró una octavilla en la que se protestaba contra el "holocausto" del pueblo kurdo en Turquía.
De las dimensiones del conflicto social al que se enfrentan las autoridades alemanas, donde viven casi dos millones de ciudadanos turcos, de los que se supone -aunque no se sabe a ciencia cierta- que al menos medio millón son kurdos, da una idea lo sucedido ayer en Mainz, donde numerosos adolescentes kurdos se introdujeron en el Centro Cultural Turco y lo destrozaron dejando tras de sí a ocho personas heridas, una de ellas de gravedad.
La acción coordinada abarcó la práctica totalidad de la parte occidental de Alemania. En Stuttgart, un incendio destruyó el consulado turco y causó tres heridos. En Francfort, capital financiera de Alemania, una bomba incendiaria contra la oficina de las líneas aéreas turcas destruyó todo un edificio de cuatro pisos. En esta ciudad una docena de jóvenes irrumpió en la delegación del periódico turco Hurriyet donde golpearon al vigilante y destrozaron todo lo que encontraron.
Buena organización
La lista sigue con Mannheim, Karlsruhe y Pforzheim, donde las acciones fueron simultáneas, lo que muestra un alto grado de organización. No causaron víctimas, sólo daños materiales. El land de Renania del Norte-Westfalia, sin embargo, fue el más duramente afectado. Según la policía, se produjeron un total de 23 acciones contra intereses turcos en 12 ciudades. En Colonia, hubo dos atentados contra bancos turcos. Fuentes oficiales explicaron que los atacantes se introdujeron con bombas incendiarias y armados con porras en los bancos y rompieron el mobiliario. Fueron detenidos dos hombres.
En Londres, los activistas kurdos se centraron en la Embajada de Ankara, las líneas aéreas turcas y un club de trabajadores de esta nacionalidad en el norte de la ciudad. Un cuarto ataque contra una institución turca en el centro financiero londinense causó cuatro heridos. En Suiza, fueron lanzadas bombas contra la Embajada de Ankara en Berna y contra empresas turcas de Zúrich y Basilea. En Dinamarca, la capital, Copenhague, sufrió tres atentados contra intereses turcos. Por último, en Viena una persona entró con un bate de béisbol en un banco turco y destrozó todo lo que encontró a su paso.
En Alemania, agobiada ya por el problema del racismo, cuyas víctimas más notorias hasta el momento han sido precisamente de nacionalidad turca, el recrudecimiento del enfrentamiento entre estos dos grupos supone la peor de las pesadillas. Los alemanes no distinguen entre unos y otros, por lo que el problema les sobrepasa. Los escasos conocedores de ambas comunidades se sienten también cada día más pesimistas ante la evidencia de que la rivalidad entre los dos grupos se intensifica a marchas forzadas.
Los negocios ocupados por los turcos y kurdos, como los restaurantes de comida rápida oriental, han optado por repartirse por barrios a los miembros de una u otra etnia. La etnia contraria queda vetada.
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