Un republicano liberal
La etiqueta más habitual que se le aplica a Rudolph Giuliani es la de un "republicano liberal". Efectivamente, el próximo alcalde de Nueva York no es un representante de la derecha clásica. Su estilo se encuentra más en el populismo. Es un hombre directo, apasionado y simpático -impulsivo, inteligente y autoritario también- que ha sabido conectar mejor con el electorado que su rival David Dinkins.Abogado de profesión y político hasta la médula, a Giuliani le gusta ser comparado con la última celebridad republicana de Nueva York, Fiorella La Guardia, que fue alcalde de la ciudad de los rascacielos entre 1934 y 1945 y que dejó un recuerdo imborrable. Como el hombre que prestó su apellido a uno de los aeropuertos neoyorquinos, Giuliani ha querido en esta campaña batir récords de número de manos estrechadas. Con menos presupuesto que su rival Giuliani superó ampliamente a Dinkins en actos públicos celebrados y barrios visitados. Actuó, aunque suene paradójico, al estilo Clinton en una campaña en la que Dinkins tuvo, sin duda, el papel de Bush.
Rudolph Giuliani, de 48 años, forjó fama de martillo implacable del crimen durante su etapa como fiscal general de Nueva York, puesto del que salió para competir por la alcaldía, también contra Dinkins, en 1989. Entonces perdió por 1,8%, pero ya dejó la impresión de que el alcalde negro tenía un sustituto. El mayor acierto de Giuliani en esta ocasión ha sido probablemente la de incluir a un hispano en su candidatura. La latina es, en estos momentos, la minoría política más dinámica de la ciudad. Los negros siempre votan por un negro. Entre los blancos, también es habitual en las elecciones municipales el reparto de un tercio para los demócratas y dos tercios para los republicanos. Los hispanos son, por tanto, los que tienen la palabra.
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