El gesto como adjetivo

"Parece que", dice García Sánchez, " Tirano Banderas está provocando aquí disparidad de opiniones y de criterios: a unos les convence y a otros no; a unos les calienta y a otros les deja fríos. Me gusta que ocurra esto, porque es un indicio de que no hemos hecho una pieza de museo. Nuestro mayor tesoro es un tesoro vivo e inagotable: la lengua, el idioma en el que ahora estamos hablando. Pues bien, Tirano Banderas en cuanto película, es un esfuerzo para deducir imágenes, para extraer cine de ese tesoro, por lo que la lengua y su desentrañamiento es, a mi juicio, la materia de fondo de todo el trabajo que hemos puesto en ella. Creo que nuestro cine adolece de falta de averiguaciones de este tipo dentro de las posibilidades cinematográficas de nuestra literatura y de nuestra lengua. Esa ha sido mi obsesión al hacer esta película"."Si te das cuenta", prosigue José Luis García Sánchez, "lo que hace Volonté es al mismo tiempo muy simple y muy complejo: convertir en gestos los adjetivos verbales de Valle. A eso me refiero. Eso es lo que busco. Y también demostrar que en España necesitamos cada vez más cine, cada vez más palabras convertidas en imágenes, y cada vez menos Ejército. Eso es lo que pretende significar este Tirano Banderas".

"La película comprime mucho, y esto no es casual sino que está hecho aposta, toda la peripecia de la novela. El primer montaje del filme nos daba una duración de algo más de hora y tres cuartos. Pero desenfundé la tijera y la versión final ha quedado en hora y media justas, como las películas de antes. ¿Por qué he hecho esto? Podía haber dejado para la versión final todo lo que corté, pero finalmente me incliné a dejarla reducida exclusivamente a lo indispensable. Eché fuera todo tipo de adornos, cualquier inclinación a los guiños cinéfilos. Quise que se quedara en su esqueleto y así la mantuve. Con Valle Inclán entre las manos, sólo se puede ir al grano".