Lingotes de oro

Si Sonny Rollins alertó sobre los peligros de la locuacidad, Milt Jackson resaltó las ventajas de la elocuencia. El vibrafonista ha reunido un colectivo que si bien no luce el aspecto distinguido de John Lewis y compañía, comparte el mismo régimen de disciplina. En dramático contraste con el frecuente y molesto desenfreno rítmico que se trajeron los músicos de Rollins, los de Jackson ofrecieron un apoyo pulcro y ceñido.Mlke Le Donne demostró poseer una sólida formación armónica. El contrabajista Ira Coleman siguió como una sombra los movimientos de sus compañeros apoyado en un sonido poderoso y cálido; sus intervenciones solistas fueron ejemplos de lógica y fidelidad al espíritu de la pieza. Por su parte, el batería Kenny Washington impartió una soberana lección de elegancia percusiva.

Jackson no desaprovechó la bondad del acompañamiento. Montó en su particular alfombra mágica de blues y se aplicó a percutir las varillas de su vibráfono con mimo reverente, como si tuviera ante sí delicados lingotes de oro musical.