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Barry Flanagan: "Soy el cazador y la liebre"

El escultor expone en Madrid piezas de toda su trayectoria e imparte un taller

La exposición que presenta el británico Barry Flanagan (Gales, 1941) estos días en la Fundación Caja de Pensiones de Madrid recoge obras de toda su trayectoria. La diversidad de las esculturas y las distintas tendencias que marcó -y marcaron- su obra quedan en evidencia. Por momentos parece una muestra colectiva más que una coherente exposición individual al uso. Hay arte povera, escultura blanda y conceptual, piezas talladas en piedra, bronces y barro. Utiliza todo tipo de materiales y no parece haber tenido problemas ni vacilado en saltar de un estilo a otro. Hace unos días, Barry Flanagan comenzó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid un taller con un grupo de artistas.Cuando a principio de los años ochenta Flanagan encontró a la liebre, dejó de saltar de un estilo a otro y centró en este animal el motivo de muchos de sus trabajos. Una liebre irónica y juguetona que se ha convertido en la marca de fábrica del artista.

La mitología china dice que la liebre es el único habitante de la Luna, y al mismo tiempo representa la inmortalidad. Los japoneses dicen que los dioses ordenaron a todos los animales que les hicieran regalos. Mientras que los otros animales les trajeron ofrendas, la liebre se regaló a sí misma, cocinada a la barbacoa. Se la identifica con el talento. Pero Flanagan se remite a mitos más cercanos.

"La liebre, como un animal del campo en el norte de Europa, y especialmente en Inglaterra, forma parte también de un ritual. La cacería de la liebre con perros sigue jugando con una moral del deporte. Un hombre y un perro, o un grupo de personas, cazan. El objetivo del deporte no es sólo la persecución para matar o para comer. El deportista disfruta la cacería, la persecución. Emblemáticamente, la figura de la liebre representa la libertad de perseguir" explica el escultor.

¿Pero en qué bando queda el artista, en el de la liebre o en el del cazador? "En cierto sentido, no hay diferencia entre ambas. Tal vez soy las dos cosas", contesta Flanagan.

Desde que Pablo Picasso desencadenó la evolución de la escultura contemporánea utilizando objetos encontrados y ensamblándolos, la libertad en el uso de los materiales ha marcado las principales corrientes a lo largo del siglo.

Ahora ese camino de la escultura parece paralizado, y Barry Flanagan, después de recorrer gran parte de esa ruta, se ha encontrado a sí mismo en las técnicas y materiales más clásicos.

Piezas en bronce

"No estoy menos interesado hoy por la escultura que cuando empezaba. Yo sigo trabajando", dice Flanagan. "Empecé con materiales informes, y poco a poco adquirí la práctica necesaria para hacer piezas en bronce o piedra. En cierta forma, podría empezar ahora todo de nuevo. Aunque no creo que abandone el fundido en bronce, que es lo que más se adapta a mi forma de trabajar. Prefiero modelar a tallar. Personalmente, lo único que echo en falta ahora en la práctica es la inmediatez del dibujo".Ese camino de retorno a la escultura de formas macizas y técnicas más académicas pasa por un alejamiento de la frialdad del concepto. "Cuando mi generación se interesó por el mundo físico, por la escultura, se concentró en el proceso de creación. Lo importante era el procedimiento y la suscripción a cualquier tipo de material. Poco después de eso, los conceptuales académicos, probablemente norteamericanos, que habían ido a las universidades, defendieron y reclamaron ciertos territorios racionales para la pintura y escultura, que eran muy literarios", afirma.

"Mi interés por esto se ha mantenido en una banda estrecha, dado que el ideario, la filosofía, el arte conceptual, los performances, la interacción de estas diversas disciplinas, tuvieron lugar dentro del ámbito protegido de galerías y museos. Los participantes se llamaban -nos llamábamos- a sí mismos artistas. Algunos, como Beuys, dijeron que todos éramos artistas. Pero en lo sensorial permanecimos intactos. La manera más sencilla de definir mi trayectoria es por vía de lo sensorial, y por lo visual, naturalmente. La vista es lo principal para mí, y eso incluye la percepción a través de mis dos ojos del espacio. De ahí viene mi retorno a la forma".

Nuevos caminos

Pero la actitud de Barry Flanagan, consecuente con la variedad de la obra que reúne esta muestra de Madrid, no responde a una reacción. "Yo nunca he hecho nada en reacción a otra cosa", dice tajantemente, y a continuación se explica: "No soy una víctima. Los complejos de personalidad y las circunstancias que me han llevado a dejar de lado algo y tomar otro camino pueden verse como una reacción, pero no son necesariamente eso. La libertad de elección no es siempre un rechazo de algo".

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