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Michel Rocard se convierte en el primer líder socialista francés elegido por las bases

Cinco lustros después de la revuelta de mayo de 1968, en la que él fue el único de los principales líderes políticos franceses que desempeñó un papel activo, Michel Rocard accedió ayer a la dirección del Partido Socialista francés (PS). Rocard ya pilotaba el PS desde el pasado mes de abril, pero de modo provisional. En la tarde de ayer, los 1.200 congresistas reunidos en Le Bourget, cerca de París, le plebiscitaron como primer secretario. Rocard se convirtió en el primer líder del PS elegido directamente en un congreso, y además, tras una votación secreta en la que consiguió el 80,9% de los sufragios.

En una fulgurante aparición en Le Bourget, Felipe González expresó su solidaridad con el proyecto de renovación de la izquierda de Rocard. La entrada del presidente del Gobierno español en la sala fue acogida con la más larga y calurosa ovación de la jornada.El secretario general del PSOE, que habló en francés, advirtió a los congresistas contra el peligro de "un retroceso en el nivel de prosperidad y bienestar de los países europeos". Acto seguido dio sus recetas para evitar tal posibilidad: "La libertad, la justicia social y la solidaridad", dijo, "siguen siendo los valores de los socialistas. Pero no pueden defenderse hoy como hace veinte o treinta años. El mundo ha cambiado. Ahora, para hacer nuestras sociedades más equitativas, hay que hacerlas más eficaces, más productivas, más competitivas. Ocuparse de la eficacia es la manera más seria de ocuparse de la equidad".

Ante el asombro de numerosos congresistas, el presidente del Gobierno español siguió en la misma línea. "Para evitar el hundimiento del Estado providencia", proclamó, "hay que mejorar la competitividad de los países europeos frente a los asiáticos, cuyos productos son mucho más baratos que los nuestros".

La intervención de González se produjo en una jornada histórica para el socialismo francés. En Le Bourget se abrió ayer un nuevo capítulo en la historia de este movimiento, tras los protagonizados por Jean Jaurés, Léon Blum y François Mitterrand. Un capítulo en el que el PS de Rocard debe, en un corto espacio de tiempo, cimentar la unidad interna expresada en Le Bourget; empezar a ejercer de oposición activa al Gobierno conservador de Édouard Balladur; conseguir la alianza de las otras fuerzas de izquierda, en particular los ecologistas y los comunistas, y, más difícil todavía, llegar a la elección presidencial de la primavera de 1995 con alguna oportunidad de ganar.

Pero los vientos del otoño parecen más favorables a la izquierda francesa que los de la pasada primavera, cuando la derecha ganó por amplia mayoría las elecciones legislativas. Balladur empieza a tener que lidiar con graves conflictos sociales, como el de los trabajadores de Air France, que paraliza los aeropuertos parisienses.

En Le Bourget hizo ayer su reaparición Lionel Jospin, que, tras el fracaso socialista en las legislativas del pasado marzo, había anunciado su retirada de la política. El poderoso barón, cuyo pleno apoyo a Rocard fue determinante, resumió así la inmensa tarea que tienen que afrontar los socialistas franceses: "Debernos conseguir que la alternancia se produzca en l995".

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Los socialistas, cuyo congreso terminará hoy, seguían discutiendo ayer las ideas con las que piensan reconquistar los favores de la opinión pública y conseguir que su candidato no tenga perdida de antemano la elección presidencial de 1995. El reparto del trabajo centraba gran parte de los debates.

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