El Gobierno admite un fuerte desgaste en sus primeros 100 días por la crisis económica

El Gobierno está dispuesto a discutir la parte más conflictiva del paquete de 54 transferencias que demanda el PNV, pero sin un calendario fijo, según un miembro cualificado del Ejecutivo. Asimismo, desarrollará el acuerdo con CiU en los Presupuestos a un ritmo más suave que el de sus 100 primeros días de gestión. Junto a la prioridad de pactar las reformas democráticas anunciadas el viernes, el Gobierno mantiene la crisis económica como su centro de atención en esta nueva etapa y se compromete a esbozar para fines de noviembre la reforma del mercado laboral. También reactivará los proyectos de ley de Arrendamientos Urbanos y de Mecenazgo. No obstante, el Gobierno admite que ha sufrido un fuerte desgaste debido a la crisis.

El Gobierno ha tenido una culminación dulce a sus primeros 100 días de gestión al conseguir sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado para 1994 con el respaldo de Convergència i Unió (CiU) y Coalición Canaria (CC).Sin embargo, ha sufrido un fuerte desgaste por la manifestación aguda de la crisis económica, de la que ha sido muestra emblemática la situación de Seat, y, en menor medida, por la imagen de cesión ofrecida a los nacionalistas catalanes y vascos. En este último sentido, los partidos de la oposición han aprovechado algunos errores para profundizar en el prejuicio instalado en España de que Cataluña es la comunidad que mayor provecho saca de todo el país. Una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), publicada en el mes de marzo, reconocía la existencia de ese prejuicio.

Reproches

Dentro del propio Gabinete existe el reproche de no haber vendido "mejor y de forma más agresiva" el pacto con los nacionalistas. "La cesión del 15% del Impuesto de la Renta sobre las Personas Físicas (IRPF) a las comunidades autónomas era una necesidad. La cuestión de fondo es que el sistema autonómico no puede sobrevivir si quien tiene asignado un 30% del gasto, como son las comunidades autónomas, no participa en su recaudación", señala un destacado miembro del Gobierno. Las mismas fuentes admiten que el acuerdo alcanzado "no es satisfactorio, pero es un paso inicial".

También ha faltado, según otras fuentes gubernamentales, destacar la otra cara del pacto con los nacionalistas: el esfuerzo de integración que ha hecho el Gobierno. En este sentido, el Ejecutivo va a seguir negociando transferencias con el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y CiU, de acuerdo con su propio programa electoral.

"Con el PNV habrá que ir despacio. Algunas de sus 54 demandas de transferencias tienen su base en el Estatuto de Gernika, pero otras no tienen ese soporte y habrá que negociarlas, sin descartar la vía de de. delegación de competencias e Estado. Todo esto es un proyecto político y, por ello, no se puede establecer un calendario previo, como ellos piden", según señalan estas fuentes gubernamentales.

Pero la lucha contra la crisis económica va a seguir siendo el eje de la política del Ejecutivo, como lo ha sido durante sus primeros 100 días, aunque en la nueva etapa que se inicia se incorpore a la acción gubernamental el paquete de reformas democráticas que intentará negociar con la oposición.

Los Presupuestos y el pacto por el empleo son los instrumentos con los que el Gobierno afrontará la crisis en la medida de sus posibilidades. "La crisis es estructural y, por tanto, hay que hacer un esfuerzo adicional para ser competitivos. Las cosas en economía y política ya no van a ser igual que hace dos años", señalan las mismas fuentes.

Los Presupuestos se han hecho con esta mentalidad. "Son Presupuestos con menos inercia desde 1982 y los que más se han discutido para tratar de impulsar la actividad económica. No hay país europeo que dedique un 15% a obras públicas y un 20% al trabajo, y además mantenga el poder adquisitivo de las pensiones".

Negociación con los sindicatos

El Gobierno considera que la negociación con los sindicatos, para tener efectos positivos pasa por un pacto de rentas y la reforma del mercado de trabajo. "No se trata de cortar el aumento salarial, sino de abrir un horizonte de confianza a las empresas en los próximos tres años. Lo importante es darle al país un mensaje de pacto", según señalan las citadas fuentes gubernamentales, que se muestran escépticas sobre el éxito de la negociación con las centrales sindicales.

La reforma del mercado laboral, la otra pata en la que el Gobierno sostiene su política contra la crisis, "requiere un cambio de mentalidad, pues el campo del trabajo ha variado sustancialmente en los últimos dos años y ya nada va a ser igual", sostienen fuentes del Gobierno, que se compromete a hacer público para finales de noviembre su proyecto para acometer esta importante reforma.

El Ejecutivo ha establecido en este centenar de días un estilo de trabajo más flexible, forzado por las circunstancias de la pérdida de la mayoría absoluta, estilo que se ha encarnado en el vicepresidente, Narcís Serra, y el ministro de Economía, Pedro Solbes, pero también ha dispersado su proyección. "Se ha abierto el melón del futuro de las pensiones o se ha discutido en un debate público entre Carlos Solchaga y José Borrell sobre los problemas del suelo cuando las prioridades son otras", señalan fuentes socialistas.