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Un Ejecutivo sin rostro

Luis R. Aizpeolea

El Gobierno apenas ha tenido rostro durante sus primeros 100 días de gestión, pese a que, paradójicamente, basó su campaña electoral en la imagen de su presidente, Felipe González, y en la incorporación de unos independientes que iban a alegrar el Ejecutivo con sus opiniones libres.Mientras las cifras de paro mostraban descarnadamente la profundidad de la crisis y la cúpula del Gabinete -Narcís Serra, Pedro Solbes y Alfredo Pérez Rubalcaba- dedicaban sus mejores horas a la negociación con los nacionalistas catalanes y vascos, con los representantes de la comunidades autónomas y con sindicatos y empresarios, el Gobierno ha carecido de una voz y de un rostro.

Hasta el pasado 7 de octubre, precisamente el día en que se cerraba el acuerdo con las autonomías sobre la cesión del 15% del IRPF, Felipe González no ha comparecido públicamente dentro de España para expresar su opinión sobre los problemas del país.

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El papel estimulante y refrescante de los independientes del Gobierno tampoco ha respondido a las expectativas creadas. Los ministros sin carné del PSOE se han enfrascado en los problemas de sus propios departamentos, y en esa función hay que destacar el papel del titular de Justicia, Juan Alberto Belloch, con su oferta de pacto de Estado para reformar la Justicia.

Esfuerzo en Asuntos Sociales

También cabe reseñar la propuesta de libre elección de médico y el medicamentazo de la ministra de Sanidad, Ángeles Amador, así como el esfuerzo de la titular de Asuntos Sociales, Cristina Alberdi, por acercarse a las organizaciones no gubernamentales y ampliar la tarea de su antecesora, Matilde Fernández.Más oscura está siendo la función del ministro de Comercio y Turismo, Javier Gómez Navarro, embarcado en la negociación sobre los horarios comerciales, mientras que la ministra de Cultura, Carmen Alborch, después de unas declaraciones iniciales con cierta marcha política, se ha apagado en la gestión cotidiana de su departamento.

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