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Un informe relaciona casos de leucemia con una nuclear británica

El incendio de Sellafield de 1957 afectó a varias generaciones

Isabel Ferrer

Los casos de leucemia registrados entre los hijos de los trabajadores de la central nuclear de Sellafield, al noroeste de Inglaterra, están directa mente relacionados "desde el punto de vista estadístico" con las dosis de radiactividad recibidas por sus padres. A esta conclusión acaba de llegar el instituto gubernamental británico Salud y Seguridad tras tres años de estudios en Seascale, a tres kilómetros de la planta.

El informe aparece dos semanas después de que el Tribunal Supremo rechazara, por falta de pruebas, la indemnización solicitada por dos familias de la zona con niños leucémicos. En 1957 Sellafield sufrió un accidente considerado como el peor de la historia, sólo superado por Chernóbil en 1986.El informe recién publicado confirma la frecuente aparición de leucemia en Seascale, entre los descendientes de los empleados contratados antes de 1965. Los investigadores creen que las radiaciones recibidas por los hombres antes de concebir a sus hijos explican las posteriores enfermedades de éstos. El estudio reconoce, sin embargo, que el vínculo ha podido establecerse sólo desde el punto de vista estadístico. "La radiactividad no explica por sí sola la especial incidencia del cáncer entre los niños de la zona", señala.

Hace 10 años surgió un violento brote de leucemia cerca de la central nuclear. Desde entonces, los científicos tratan de hallar su origen. Para los abogados de las dos familias afectadas, "el estudio apoyará la apelación que piensan interponer para esclarecer los riesgos de la planta". La opinión de sus directivos es bien distinta.

Contaminación

En un comunicado oficial British Nuclear Fuels, empresa que gestiona Sellafield, afirma: "Se ha demostrado que la relación entre el trabajo de los padres y los males de sus hijos simplemente no funciona". La organización Greenpeace, por su parte, señaló ayer que ningún estudio podrá esclarecer la situación "hasta que no sea tenida en cuenta la contaminación ambiental producida por la central en toda su área de influencia".

Sellafield no es sólo la mayor central nuclear del Reino Unido, es también una de las más importantes y conflictivas de Europa occidental. Construida a finales de los años cuarenta, inició sus actividades hacia 1952. Entonces se llamaba Windscale y, entre otras cosas, producía plutonio para fines militares. En 1957 uno de sus reactores sufrió un incendio cuyas consecuencias fueron ocultadas al principio por el Gobierno del conservador Harold MacMillan. Los datos definitivos salieron a la luz en 1986 durante una investigación sobre la aparición de leucemias en la zona.

La nube radiactiva formada en Windscale contenía 600 veces más yodo que la registrada en Harrisburg (Pensilvania, EE UU) en 1979. Cargada también con polonio, metal radiactivo, cruzó casi toda Inglaterra.

Estudios posteriores la señalaron como la causante de 260 casos de cáncer de tiroides, 13 de ellos con resultado fatal. Para evitar alarmar a la población, nadie fue evacuado ni tampoco se explicó cómo protegerse de la contaminación.

Sellafield cuenta ahora con 7.900 empleados. Según Greenpeace, la apertura de su última instalación, dedicada a reciclar uranio y plutonio, incrementará en un 1.000% la contaminación ambiental.

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