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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Polonia, un caso

EN POLONIA, los ex comunistas han logrado regresar al Gobierno cuatro años después de haberlo abandonado. La formación de un Gobierno en el que ellos tendrán una fuerte representación es un hecho derivado, casi matemáticamente, del juego parlamentario. Sin embargo, la designación del nuevo jefe de Gobierno ha estado llena de dificultades; ha tardado más de tres semanas después de las elecciones. Y después de que el presidente Walesa ha designado oficialmente a Waldemar Pawlak como candidato a primer ministro quedan aún etapas muy complejas que recorrer. El presidente de la República tiene en Polonia poderes considerables; Walesa considera que los ministerios de Asuntos Exteriores, Interior y Defensa pertenecen a una especie de terreno reservado que le pertenece. Y en este caso, cuando los ex comunistas representan el peso fundamental en el Gobierno, estas designaciones pueden ser motivo de dificultades.Por otra parte, la propuesta presentada por los dos partidos coligados -Alianza de Izquierda Democrática y Partido Campesino- de designar a Pawlak primer ministro indica dos hechos significativos. Por un lado, los ex comunistas (que tuvieron el 20% de los votos, mientras el Partido Campesino recibía el 15%) han preferido renunciar a la jefatura del Gobierno a favor de un candidato del segundo partido. Tienen claramente el deseo de no asustar, ni dentro ni fuera del país, y de impedir en todo lo posible que su retomo al poder provoque un campaña (evitada hasta ahora en Polonia) que recuerde y ponga sobre el tapete, para las nuevas generaciones, lo que fue la trágica realidad del sistema comunista.

¿Cuáles son las causas que han determinado este retomo de los ex comunistas al poder? No parece dudoso que haya sido principalmente una reacción de un gran sector del país contra la severa política de ajuste impuesta en el terreno económico como paso inevitable hacia una economía de mercado. Lo que en esta evolución ha distinguido a Polonia ha sido la radicalidad del cambio, la terapia de choque, que representó principalmente Balcerowicz, aunque luego el ministro fuera cambiado. Esa política mereció toda clase de elogios en Occidente: los indicadores económicos presentaban una imagen excelente. Mientras tanto, una parte considerable de la población sufría un descenso constante de su nivel de vida y cundía el descontento y la indignación. De ahí han salido los votos para los ex comunistas.

Es un dato fundamental con vistas a lo que va a hacer el futuro Gobierno. En su campaña electoral, los ex comunistas fueron cautos en temas económicos, si bien se presentaron como los críticos más netos de la política seguida hasta entonces. Mucha gente espera de ellos algo imposible: el retomo al pasado, al menos en puntos como la garantía del trabajo, medicina y seguros sociales, una vivienda muy barata, esa especie de mediocridad gris que era propia del sistema anterior. Sin duda, se pondrá un freno a las privatizaciones y se intentará reducir el ritmo del paro. Pero una política de medias tintas (a la que el nuevo Gobierno está condenado) puede causar nuevas decepciones entre las personas que pusieron su confianza en los ex comunistas.

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