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Tribuna:A LA INTEMPERIE
Tribuna
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Las goteras de Velázquez y el paso alegre de la paz

Juan José Millás

El martes pasado, que era el día del Pilar, ¿recuerdan?, o el de la hispanidad, no sé, o quizá el de la raza, el caso es que era fiesta y llovía y llovía; el martes, digo, me levanté temprano y me fui al Museo del Prado para ver las goteras de Velázquez. La sala estaba llena de gente que se sonreía por lo bajo y hacía comentarios sarcásticos mientras contemplaba el gota a gota que, como un suero letal, entraba en el torrente sanguíneo de una de las pinacotecas más importantes del universo mundo.Un señor mayor, entre risitas, recomendaba a los asistentes que no hicieran mucha publicidad del suceso, no fuera que llegara a oídos del barón Thyssen y se llevara los cuadros a Suiza. Los visitantes, en general, contemplaban el espectáculo como si estuvieran en casa de un cuñado que presume mucho de coche y luego tiene goteras en el dormitorio. O sea, que la gente de Madrid mira el Prado como si el Prado fuera de su cuñado y no suyo, y no es de extrañar porque el director, un tal Garín, se expresa como un cuñado. O sea, que dijo que las goteras habían sido localizadas, como si la gotera fuera un animal escurridizo al que hubiera que dar caza con armamento altamente avanzado. Recordaba al chiste ese del franquismo en el que un alcalde, advertido por la autoridad central de que en su pueblo va a haber un terremoto, responde a los dos días al ministro con ese telegrama: "Movimiento sísmico totalmente sofocado; Epicentro y tres más, fusilados. El pueblo, en la plaza, aclama al caudillo". En el momento de escribir estas líneas, el señor Garín continúa en su puesto y no comprende que haya quien hable de dimisión con lo bien que ha sofocado él su movimiento sísmico.

Relativamente cerca del museo, en la Castellana, había un desfile militar, y, no sé por qué, a mí me pareció que el desfile le venía tan bien a las goteras como La Casera al vino Don Simón. Debe de ser algo subjetivo, porque en mi casa había muchas goteras y mi infancia estuvo llena de desfiles. Además, las gotas, al caer sobre la bóveda de la memoria, producen el ruido sordo de los tambores al paso alegre de la paz. Por cierto, que en la bóveda craneal del teatro Español, que es muy nuestro, tanto como un desfile militar, de ahí su nombre, también aparecieron filtraciones, que gusto, y tuvieron que suspender la representación de Don Juan Tenorio, que era un golfo.

Total, que me fui al Museo de Ciencias Naturales para visitar la exposición de olores, y, en lugar de olerla, la tuve que ver, porque había más gente que en la guerra metiendo las narices por todas partes y el espectáculo resultaba un poco obsceno. Ya sé que es más obsceno ver pasar una gotera rozando un cuadro de Velázquez que una nariz inclinada sobre un recipiente de nuez moscada, pero los pecados de la vista, no sé por qué, me parecen veniales en comparación con los del olfato. 0 sea, que yo veo un paquete de arroz lleno de gorgojos, que eran la proteína de las paellas de mi infancia, y no me escandalizo; al contrario, me gusta, como cuando abro una tableta de chocolate y aparece una división de gusanos desfilando al paso alegre de la paz: no sé, estas cosas me traen recuerdos de cuando iba de la mano de mi padre por un Madrid que tenía el techo roto, y nos poníamos perdidos, porque también el paraguas familiar estaba lleno de goteras por las que se colaba el agua que dibujaba en el abrigo prestado manchas de humedad que a lo mejor el día de la raza, o el del Pilar, o el de la hispanidad, en fin, regresan a la superficie de la memoria, como las caras de Bélmez, sobre todo si llueve y hay goteras y en el arroz aparecen gorgojos y en el chocolate gusanos, y los militares, en la Castellana, dios mío, al paso alegre de la paz. Papá.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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