La boina azul .
Están preocupados con los jóvenes. Lógico. No había muchos entre las 5.000 personas que reunieron los socialistas en el Palacio de los Deportes de La Coruña. La juventud parece repartirse entre la retórica populista de Fraga y la arrebatada rebeldía de Beiras. El Partido Popular abarrotó en Santiago en su particular Juvenalia y algunos todavía se están preguntando de dónde han salido tantos jóvenes de derechas. El discurso del PSOE, como el más minoritario de la izquierda galleguista de Nogueira, ofrece más seriedad que espectáculo, pero supongo que habrá otras causas profundas en la indiferencia juvenil. Si fuera sociólogo, e incluso periodista, especularía con el asunto. En esta campaña sólo soy un viejo despistado.Felipe debió detectar la ausencia porque habló de los jóvenes. Trajo, caliente aún la visita al infierno balcánico, la ejemplaridad de los muchachos españoles que con uniforme militar se juegan la vida por el pan de los civiles y muestran con orgullo el único trofeo posible en ese campo de barbarie: una boina azul. Y habló también de medio ambiente en clave poco usual por esos pagos. La ecología es una industria de progreso. Y de educación, la mejor inversión para el futuro. Todo el mundo habla de capital humano y formación profesional, pero en los centros dicen que la cosa anda entre la derrota del pensamiento de Finkielkraut y leas desventuras del profesor Wilt de Tom Sharpe.
Pero esta noche el centro de las miradas era Francisco, Paco, Vázquez. El alcalde coruñés, descontento con las listas, había empezado la campaña con un mitin en el que parecía pedir más cuentas a Presedo que votos al candidato. Paco es una figura especial en el socialismo galaico y siempre se le ha considerado depositario del poder real en el partido. Con muchos votos detrás, en la ciudad sorprende ahora su filiación guerrista. Alérgico a galleguismo y nacionalismo, su auténtico corpus ideológico es el coruñesismo. Ese patriotismo local, muy comprensible para los nacidos en el hermoso peñón atlántico que es La Coruña, le ha permitido ganarse también la querencia de gente conservadora. Creo que, en realidad, Vázquez es un vazquista. Sus ídolos, confesó una vez, son Alfonso Molina (alcalde coruñés en los años sesenta), Charles de Gaulle y Alfonso Guerra. ¿Será el guerrismo un gaullismo?
El alcalde coruñés, sin embargo, parece esta noche un líder laborista en los muelles de Londres. Pone toda la carne en el asador y aúpa a Antolín como si fuera un hijo. Como orador, sin duda, sería la competencia real a Fraga y a Beiras. Paco habla en castellano con mucho acento gallego. Antolín habla en gallego con acento algo castellano. Felipe habla con el acento que debía tener Séneca en Roma. Ha venido a poner paz. A su lado, el "capital humano". Además de La Coruña, los alcaldes de Santiago, Vigo, Orense y Ferrol son socialistas. González pugna por introducir una más inteligente dialéctica para superar el fratricida lema de guerrismo-renovación. Se trata de elegir entre inmovilismo y reformismo. Está llamada al éxito. Tal como está el tiempo, hay que moverse, sobre todo los sin paraguas, que es como llama a los desposeídos el filósofo Antón Baamonte.
Antolín también se mueve, esta vez en metáfora de bicicleta, y dice que, en la escalada, ya nota la respiración de Fraga. El líder popular, por su parte, dijo en Sarria que si hay un Gobierno tripartito "tendremos que emigrar". Emigrar. Había un grupo de emigrantes en Suiza en el mitin socialista. Felipe dice que dos de cada tres emigrantes votan al PSOE y por algo será. También aparecen en prensa anuncios de apoyo a la candidatura de don Manuel: Cuba con Fraga, Inglaterra con Fraga... Se ha internacionalizado la campaña. En lo alto de los rascacielos de Manhattan, ¿cómo verán el mundo los jóvenes albañiles gallegos de Carnota?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.