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Estrellas compinches

Los púlsares son unas estrellas tan densas que en un volumen de unos 20 o 30 kilómetros de diámetro tienen más masa que el Sol; giran sobre si mismas a gran velocidad y emiten radioseñales en haces que, si apuntan hacia la Tierra, se detectan como las luces de un faro.Joseph Taylor y Russell Hulse estaban en 1974 buscando púlsares con el radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico, una gigantesca antena de 303 metros de diámetro. Descubrieron 40, pero uno era muy especial: el PSR 1913+16, en la constelación del Águila, a una distancia de 15.000 años luz de la Tierra. Midieron con gran exactitud sus pulsaciones y movimiento, y dedujeron que consistía en un sistema binarlo junto con otro cuerpo invisible, una estrella de neutrones, que es como un púlsar pero que no emite radioseñales.

Relatividad general

"Lo más notable de todo era la oportunidad que nos ofrecía el púlsar binario de comprobar una predicción de la relatividad general que no se había podido comprobar en ninguna parte del universo: la predicción de que las masas aceleradas (en este caso, el púlsar en órbita y su compañera) deben emitir ondas gravitatorias", explicaba Taylor en un articulo publicado en 1981 en la revista Scientific American.

"Tales ondas, arrugas en la curvatura del espacio tiempo que viajan a la velocidad de la luz, han de emitirlas masas aceleradas, de manera muy parecida a cómo las ondas electromagnéticas son emitidas por partículas cargadas eléctricamente y sometidas a una aceleración ... de acuerdo con la relatividad general, las ondas gravitatorias deben extraer cierta cantidad de energía del sistema binario. Tal energía debe aparecer como una disminución de la energía orbital, con la consiguiente disminución del tiempo necesario para que el púlsar describa una revolución en torno a su compañera.

Este último cambio es el que ahora se ha medido y con considerable precisión", escribía Taylor acerca del descubrimiento que ayer fue reconocido con el Nobel.

Esa energía gravitacional que el sistema emite a costa de ir reduciendo sus órbitas -los dos cuerpos se van aproximando- debe propagarse por el universo y debería ser detectada en la Tierra. Pero no hay todavía instrumentos de medida tan sensibles como para captar dichas ondas gravitacionales, tan débiles deben de ser. Sin embargo, las medidas de Taylor y Husle, una disminución del periodo orbital del sistema de PSR 1913+16, de 75 millonésimas de segundo al año, concordaron exactamente con las predicciones de Einstein de lo que sucedería a dos masas moviéndose relativamente entre sí.

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