Los lamentos no tienen seguro

El vendaval arrastró consigo las esperanzas de 35 familias de Villa del Prado. "Calculo que he perdido unos 12 millones de pesetas. Además, en los invernaderos todo ha quedado destrozado", comentó un agricultor. Un compañero suyo, Luis Jiménez, aseguraba que lo más grave es que los invernaderos han quedado inservibles. Jiménez, que ha perdido 60.000 matas de judías, estaba desolado porque acababa de instalar un sistema de riego por goteo y microaspersión. El viento lo devastó.Aún había casos más desesperados. José, de 30 años, había invertido en el campo el dinero obtenido con un préstamo y con lo que le dieron del paro. "Ahora la naturaleza me ha dejado sin nada, lleno de deudas y con una familia detrás", se quejaba José, a causa de un fenómeno que ya se ha dado en Sigüenza (Guadalajara) y Cáceres. "Es extraño, se trata de remolinos muy intensos y de corta duración. A su paso trazan una estela. Normalmente, ocurren en zonas despobladas y pasan inadvertidos", comentó un experto.

La Comunidad de Madrid lamentó ayer que los agricultores no tuvieran un seguro para sus cosechas. Sin esa póliza, el Gobierno regional considera que los afectados pueden obtener ayudas por el material destruido, pero no por la producción agrícola dañada.

Para Ismael Díaz-Yubero, director general de Agricultura, el seguro de los cultivos hubiera permitido recuperar el 50% de las pérdidas. Los agricultores contestaron que las compañías de seguros no se quieren hacer cargo, en muchos casos, de estos terrenos por miedo a posibles pérdidas.

En los últimos cinco años, dos puntos de la Comunidad -la zona del Tajo y los viñedos del oeste de la región- han sufrido las secuelas del mal tiempo. Esos agricultores decidieron asegurar sus cosechas para evitar nuevos desastres.