Clinton refuerza sus tropas en Somalia y anuncia una retirada triunfal para fínales de marzo
Como en las grandes ocasiones, con un discurso televisado desde el Despacho Oval de la Casa Blanca, el presidente norteamericano, Bill Clinton, anuncio ayer la nueva estrategia de EE UU en Somalia: el envío de 5.100 soldados más para barrer a las guerrillas somalíes y preparar una retirada triunfal antes del 31 de marzo. "Iniciamos esa misión por una buena razón, y la vamos a terminar también de una forma correcta", dijo Clinton. Previamente había conseguido apoyo en el Congreso para esta iniciativa, una versión reducida de la Operación Tormenta del Desierto.
Serán, por tanto, alrededor de 10.000 soldados norteamericanos, bajo el mando único de los propios Estados Unidos, no de la ONU, los que intentarán poner fin al caos reinante en Somalia y acabar con las fuerzas hostiles del general Mohamed Aidid, cuya detención ha dejado de ser una prioridad. "No debemos personalizar este conflicto", dijo Clinton.El presidente norteamericano, que antes de su discurso se había reunido durante dos horas con los principales dirigentes demócratas y republicanos del Parlamento, explicó al pueblo norteamericano que si EE UU se retirase en este momento otras naciones con fuerzas en Somalia seguirían su ejemplo, y Somalia quedaría de nuevo a merced de los llamados señores de la guerra..
Clinton sostuvo que la presencia de más tropas y más material militar es fundamental para proteger la vida de los soldados norteamericanos. Fuentes del Pentágono añadieron que esto supone también un cambio en la táctica utilizada hasta ahora, más policiaca y defensiva, para adoptar una actitud más agresiva y ofensiva. En otras palabras, Estados Unidos parece dispuesto a plantear una guerra de verdad contra las fuerzas irregulares de Aidid. "Los sucesos de la pasada semana han demostrado que, mientras preparamos la retirada, necesitamos más fuerza allí, necesitamos más blindados, más poder aéreo para garantizar la seguridad de nuestros hombres y el cumplimiento de nuestra misión".
Mil setencientos soldados, junto 104 blindados, serán esplegados en la capital somalí, Mogadiscio, inmediatamente. Al mismo tiempo, un portaaviones y dos grupos anfibios con otros 3.600 marines permanecerán frente a las costas de Somalia por si fuese necesaria su intervención. Con este despliegue, Clinton convierte el caso de Somalia en una prueba sobre su capacidad de liderazgo internacional y, como consecuencia, adquiere un serio reto político.
Clinton prometió que una victoria en esa guerra no llevaría más de seis meses, y que después Estados Unidos dejará su lugar a tropas de otros países o a civiles que puedan ocuparse sin peligro de la distribución de ayuda alimenticia, de la que todavía dependen, según Clinton, más de un millón de somalíes.
Consciente de que la operación en Somalia se ha hecho impopular desde que circularon las imágenes sobre los muertos y el prisionero norteamericano, Bill Clinton advirtió que "salir corriendo" ahora supondría un serio perjuicio para la credibilidad y la imagen de EE UU. Ayer murieron otros dos soldados norteamericanos, uno de ellos era uno de los heridos en los combates del pasado fin de semana; el otro perdió la vida en un ataque somalí contra el aeropuerto de Mogadiscio. Son 26 el número total de víctimas mortales estadounidenses en Somalia, 14 en tan sólo una semana.
Con esta iniciativa, Clinton parece haber conseguido contener las quejas que habían sonado en los últimos días en el Congreso. El líder de la minoría republicana en el Senado, Robert Dole, anunció ayer que daba su apoyo a la Casa Blanca, especialmente "porque el presidente dijo que las fuerzas norteamericanas van a estar bajo mando norteamericano, no de las Naciones Unidas".
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