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Alemania celebra el tercer aniversario de la unificación en un clima de desencanto

El tercer aniversario de la unificación es el de la crisis económica y el desencanto. La fiesta nacional alemana se celebra hoy en Saarbrücken, un lugar plácido si se compara con el escogido el año pasado, Schwerin, en la antigua Alemania comunista, donde, en plena ola de violencia racista, el canciller Helmut Kohl recibió un puñetazo en la barriga. Nada hace presagiar que este año se produzcan incidentes.

No obstante, y pese al control que se ejerce últimamente sobre los grupos neonazis, la reunión anual de la ultraderechista Unión Popular Alemana en Passau terminó ayer en altercados con manifestantes que protestaban contra este mitin. La policía detuvo a 43 neonazis.El único tema que ocupa las primeras páginas de los periódicos, sin embargo, es la recesión económica, la auténtica factura de la unificación. Las encuestas reflejan el desencanto. Según un sondeo del Instituto Forsa, el 73% de los alemanes sigue pensando que la unificación fue una buena idea, pero muy mal llevada a la práctica. Un 23%, sin embargo, no duda en asegurar que hubiera sido mucho mejor mantener dos Estados alemanes. Otra encuesta publicada por el semanario Die Zeit muestra que, tres años después de. cambiar de sistema político, la mitad de los habitantes de la antigua Alemania comunista no encuentra ventajas reales en el sistema democrático occidental y que el porcentaje de partidarios de los modos de vida de Occidente ha descendido de un 63% en 1990 hasta un 42% en la actualidad. La de hoy será la última fiesta nacional que presida Richard von Weizsäcker. Para sucederle, el canciller Kohl ha escogido a

un hombre que se encuentra en sus antípodas: el polémico ministro de Justicia de Sajonia, Steffen Heitmann, cuya candidatura fue confirmada ayer por la Unión Cristian o demócrata (CDU). Weizsäcker representa los valores del anciano sabio y la conciencia moral del país. Con Heitmann, un hombre joven de la ex RDA, se apuesta por el populismo de sobremesa, soluciones simples y los básicos instintos conservadores de un patriotismo que se quiere renovador, pero que entronca con la tradición nacionalista alemana.

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