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Muere la novelista Nina Berberova, una mujer entre dos Rusias

La autora de 'La acompañante' fue testigo de los grandes cambios políticos del siglo

"Es una mujer que ha vivido el siglo en su carne" decía ayer Bernard Pivot al enterarse de la muerte de Nina Berberova, a los 92 años, ocurrida el domingo en Fíladelfia (Estados Unidos), según anunció ayer su editorial francés, Actes Sud. Obviamente no se trataba tan sólo de recordar que había nacido en 1901, en San Petersburgo, hija de un funcionario armenio y de madre rusa ortodoxa, sino de subrayar que había conocido, desde dentro, el viejo mundo, y había sobrevivido a la llegada del nuevo, para convertirse en testimonio de la vieja Rusia aristocrática.

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El trágico espejo del siglo XX

Nina Berberova fue testigo también del país revolucionario de 1917, del París de entre guerras, del auge del intelectual comprometido o del descubrimiento del gulag. En 1950 se tralada a Estados Unidos y, a partir de 1958, dará clases en Yale. Este largo camino geográfico, salpicado de paradas en Berlín (1922), Praga (1923), Sorrento (1924), París (1925), Suecia (1947) y Estados Unidos (1950), es el de una persona que viajaba con su país a cuestas. Basta leer sus textos para toparse con las figuras de la Rusia intelectual y artística anterior a 1917 o a la que creyó en la revolución en sus inicios. En Historia de la baronesa Builberg (1981) y en Soy yo quien subraya (1969), los personajes son protagonistas se llaman -y cito tan sólo a algunos correspondientes a la letra A- Adamovicht, Aichenwald, Akhmatova, Aldanov, Andreiev y Anstei, todos rusos posteriormente olvidados por la cultura soviética. En 1989, Nina Berberova pudo regresar a su patria por primera vez desde hacía 67 años y, según Hubert Nysen, su editor francés, " laimpresionó más el empobrecimiento moral e intelectual del país que su desastre económico, quizas porque sobre esto último estaba informada".

Rusos Blancos

Nina Berberova, que no dejó de escribir nunca en ruso, se encontró en el exilio asimilada a los llamados rusos blancos. La situación era incomoda. Los intelectuales a los que se sentía próxima la rechazaban en tanto que supuesta contrarrevolucionaria, mientras que gente que ella detestaba hubiera querido adularla. En Crónicas de Villancourt (1932) capta con gran precisión el desastre del exilio, del que también nos muestra dos caras en La acompañante (1935), una historia que arranca en el San Petersburgo zarista y acaba en París.En 1949, como periodista de La Pensée Russe, asiste en París al proceso que enfrenta Kravtchenko al semanario comunista Les Lettres FranCaises. En 1954, gracias a un matrimonio blanco se convierte en ciudadana estadounidense. En España se han publicado La acompañante (Seix Barral, Círculo de Lectores y Columna), Chaikovski (Alianza) y La resurrección de Mozart, La peste negra, Roquenval, Moura Budberg y su autobiografia, en Circe, que también publicará El caso Kravtchenko y Crónicas de Villancourt.

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