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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Barricada permanente

DECIDIDAMENTE, NADIE está haciendo gran cosa en Nicaragua para restañar las heridas que años de guerra civil dejaron abiertas y tres de democracia han sido incapaces de cerrar. Cualquier chispa produce un nuevo estallido, y los diferentes líderes políticos compiten en irresponsabilidad a la hora de intentar aprovecharlo de manera sectaria. Esta pasada semana, un movimiento de protesta por establecimiento de un nuevo impuesto sobre la tenencia de vehículos (ITV) ha degenerado en un choque político de primera magnitud entre la presidenta, Violeta Chamorro, y su antecesor en el cargo, el líder sandinista, Daniel Ortega. El clima de crispación ha sido aprovechado por el comando recontra de El Chacal para secuestrar a dos diplomáticos franceses, liberados el sábado tras la mediación de un funcionario de la OEA.El conflicto es típico de la mezcla de torpeza e irresponsabilidad que preside los comportamientos de los políticos entre cuyas manos está el destino de este desgraciado país. El Gobierno, agobiado por la falta de liquidez y temeroso de que la situación económica le crease problemas con los organismos internacionales de crédito, decidió hace semanas crear el nuevo impuesto, que oscilaba entre 3.000 y 65.000 pesetas. La decisión provocó la ira de los transportistas, ya irritados por la reciente subida de un 25% en el precio de la gasolina.

Daniel Ortega decidió encabezar ese movimiento de protesta, con lo que de reivindicación laboral pasó a convertirse en un conflicto político que ha dejado dos muertos, decenas de heridos, la mitad de las calles de Managua levantadas y unas pérdidas cifradas en millones de dólares. Siguiendo un llamamiento de Ortega a la ocupación de las calles, 30.000 miembros de las cooperativas de autobuses, camionetas y taxis fueron a la huelga, y a ellos se sumaron el jueves los propietarios de 2.000 automóviles que bloquearon el centro de la capital. Nicaragua no sólo quedó sin tráfico, sin distribución de víveres y sin que los trabajadores pudieran acudir a sus lugares de trabajo. Las armas volvieron a salir a relucir, y se levantaron 300 barricadas; jóvepes sandinistas y obreros en paro se sumaron a los enfrentarnientos.

Violeta Chamorro dio marcha atrás, suspendiendo temporalmente la aplicación del impuesto. Ortega respondió tachándola de "asesina" -por la muerte de un policía durante los disturbios- y acusándola de propiciar el "regreso del sandinismo". El Chacal, por su parte, no quiso ser menos y realizó un secuestro que vinculó a ciertas interpretaciones de los acuerdos que pusieron fin al doble secuestro de recontras y sandinistas de agosto. El viernes, el impuesto fue formalmente derogado, y el precio de la gasolina fue rebajado en un 30% para los transportistas. Los nicaragüenses fueron retirándose de las calles destrozadas por cinco días de enfrentarnientos. Hasta la próxima, mientras los intereses de partido o facción sigan guiando la política de una nación a la deriva.

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